Diego Velázquez

 
La fragua de Vulcano
1630
Lienzo. 2,23 x 2,90
Museo del Prado, Madrid.

Durante su primer viaje a Italia en 1630 pintó Velázquez dos lienzos compañeros, que representan el punto más "académico" de su producción. Impresionó sin duda al artista la pintura del clasicismo boloñés, pues consta su paso por Cento, donde hubo de conocer al Guercino que se hallaba en la cumbre de su producción. Uno de los lienzos citados es la Túnica de José, que guarda El Escorial; el otro, esta Fragua de Vulcano, noble friso de bellos cuerpos desnudos, en armonioso equilibrio de realidad vista y estudiada composición.

El asunto mitológico un tanto escabroso (la revelación a Vulcano por Apolo del adulterio de su esposa Venus) está sugerido con una delicada contención que contrasta con la sensualidad pícara que en éste y en otros episodios del mito ponían los pintores flamencos. La paleta se ha aclarado; ha desaparecido todo rastro de tenebrismo y el color se armoniza en una gama de grises y castaños de extraordinaria elegancia que será ya típica en lo sucesivo.