Martín Lutero
Las guerras campesinas. Lutero contaba ya con un gran número de seguidores y la Reforma, implantada primero en Wittenberg, ciudad a la que regresó en marzo de 1522, se extendió por Alemania como la pólvora. Las ideas del reformador, por otra parte, repercutieron violentamente en el orden social. En 1523 se alzó la nobleza, codiciosa de los bienes de la Iglesia, y en 1524 fueron los campesinos, irritados por el aumento de diezmos y censos, quienes utilizaron la azada como arma contra sus señores. No fue ajeno a ese levantamiento el que el pueblo postergado hubiera extraído sus propias consecuencias de la Reforma luterana. Alentados por el nuevo concepto religioso, los campesinos se rebelaron contra el derecho sagrado de los nobles y de los ricos. Lutero, que había apoyado a los príncipes, intentó contener el movimiento campesino, pero fracasó, y tomó entonces partido a favor de los señores: «Soy el mayor enemigo de los campesinos. El campesino no tiene mayor pesadumbre que la de pagar diezmos y censos. ¿No es justo? La tierra que él cultiva pertenece al príncipe», diría en defensa de los privilegios nobiliarios. Llegó incluso a incitar a los poderosos a matar como perros a los sublevados en escritos como Contra las ladronas y asesinas cuadrillas de los campesinos. Para entonces los príncipes y nobles habían obtenido tal número de bienes como consecuencia de las confiscaciones eclesiásticas que el triunfo de la Reforma parecía irreversible.