Martín Lutero
Las 95 tesis. Fue en esta época cuando Lutero entró en contacto con los escritos de San Pablo, en cuyo estudio se enfrascó con pasión para entresacar de él las primeras conclusiones que acabarían con su dramática disidencia con la ortodoxia religiosa impuesta desde Roma: la justificación en la gracia de Dios, generosamente otorgada por el Creador con independencia de las obras. Dicho de otro modo, para Lutero sólo la fe (y no los méritos) podía salvar al hombre. En 1517, Lutero fue designado para sustituir temporalmente al párroco de la Iglesia más importante de Wittenberg, lo que le dio oportunidad para asistir atónito a la campaña autorizada por Roma a petición del arzobispo de Maguncia, Alberto de Brandeburgo (endeudado con el banquero Jacob Fugger), consistente en la venta por toda Alemania, llevada a cabo por el dominico Juan Tetzel, de una serie de indulgencias con el objetivo de conseguir la salvación y cuyo producto estaba destinado a sufragar los gastos de la construcción de la basílica de San Pedro de Roma. El modo en que el dominico Tetzel incitaba a los fieles a comprar indulgencias en favor de las almas de los difuntos era más que perverso: "Apenas suena en el cepillo el dinero, el alma del difunto vuela al cielo". Inspirado obsesivamente por unas palabras de San Agustín ("lo que la ley pide, lo consigue la fe"), Lutero redactó sus célebres noventa y cinco tesis sobre la ineficacia de las indulgencias otorgadas por Roma, la autoridad papal y los artículos que consideraba fundamentos de fe. El 31 de octubre de 1517 las hizo fijar en la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg.