Pierre y Marie Curie
Víctima de las radiaciones. Durante treinta y cinco años Marie Curie había estado manejando el radio, exponiéndose, sobre todo en los primeros años de sus investigaciones, a sus radiaciones. Por aquel entonces no sólo se ignoraban sus efectos nocivos, sino que, de hecho, existían grandes expectativas sobre sus propiedades terapéuticas. Desde la década de 1920 la salud de Marie había ido deteriorándose sensiblemente. No dio importancia a una ligera fiebre que la molestaba con frecuencia, pero en mayo de 1934, víctima de un ataque de gripe, se vio obligada a guardar cama. Ya no volvió a levantarse. El veredicto de los médicos fue unánime: era víctima de una anemia perniciosa, motivada por una alteración de la médula ósea resultante de las radiaciones invisibles cuyos peligros había preferido ignorar. El 4 de julio de ese mismo año, madame Curie dejó de existir. Dos días después, sin discursos ni desfiles, fue enterrada en la tumba inmediata a la de su marido. Sólo los parientes, los amigos y los colaboradores de su obra científica acudieron al sepelio. En la imagen, una fotografía de Marie en su laboratorio.