Buda
La iluminación. A los treinta y cinco años, su búsqueda en solitario le había conducido a la ciudad de Gaya. Allí dio siete vueltas alrededor de un árbol, tras lo cual se sentó en el suelo a meditar anunciando: "No me levantaré de aquí hasta encontrar el camino de la iluminación y el conocimiento". Según tradiciones posteriores que hoy parecen pintorescas, Siddharta hubo de librar su combate más enconado con Mara: durante el tiempo en que estuvo en trance, el rey de los infiernos y de lo material se le apareció varias veces. En las primeras ocasiones, los ejércitos de Mara no intentaron otra cosa que distraer a Siddharta de su meditación a fin de impedirle alcanzar el camino de la verdad. Así hubo de soportar el estruendo de varias tormentas y los gritos de Mara, quien le animaba a desistir de su empeño. Al revelarse infructuosos estos ardides, empezaron a arrojarle piedras y armas flamígeras, pero el joven príncipe permaneció, sin embargo, impertérrito. Fue entonces cuando Mara resolvió jugar su última baza y convocó a sus tres hijas, Voluptuosidad, Codicia e Inquietud, a fin de que sedujeran a Siddharta con sus encantos, haciéndole abandonar su búsqueda. Pero la aspiración de éste iba mucho más allá del simple deleite que podía sentir ante los placeres mundanos. Su inquebrantable fuerza espiritual derrotó a Mara y a su corte de demonios y llevó a Siddharta a convertirse en Buda, "el iluminado". En la imagen, una rica representación de las tentaciones de Mara.