Alfred Hitchcock
Vértigo. No obstante, el núcleo central de la aportación de Hitchcock a la historia del cine se concentrará en sus cuatro siguientes películas: Vértigo (1958), Con la muerte en los talones (1959), Psicosis (1960) y Los pájaros (1963) son cuatro filmes que sólo tienen en común el máximo acercamiento a los límites del arte hitchcockiano. En Vértigo, James Stewart interpreta a John "Scottie" Ferguson, un ex inspector de policía que ha tenido que dimitir por sus problemas de vértigo. Ferguson recibe el encargo de un antiguo amigo de vigilar a su esposa Madeleine (Kim Novak), so pretexto de las tendencias suicidas de ésta. Sigue a la mujer, la salva de su intento de ahogarse en el mar y acaba enamorándose de ella. Pero, a causa del vértigo, no puede evitar que un día se lance desde lo alto de un campanario, y cae en una profunda depresión nerviosa. Tiempo después, ya recuperado del trance, encuentra por la calle a una mujer idéntica a Madeleine que dice llamarse Judy (personaje también interpretado por Kim Novak), y cuya única diferencia con ella es el color del pelo. Sin embargo, Ferguson empieza a sospechar que ha sido víctima de un plan urdido por su amigo para asesinar a su esposa.
A partir de una novela de misterio de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, D'entre les morts, el cineasta inglés realizó, si no su mejor película, sí la que más tinta ha hecho correr y la que mayor polémica ha suscitado a lo largo del tiempo. Se trata de una obra de gran complejidad técnica y artística, y puede ser interpretada a distintos niveles, desde la fascinación directa que desprenden sus imágenes hasta el hermetismo y la simbología de algunos de sus pasajes. Impregnada de un enfermizo romanticismo, a lo que sin duda contribuye de manera decisiva la envolvente música de Bernard Herrmann, Vértigo es una película llena de sorpresas y hallazgos, entre los que destaca la solución de cámara que Hitchcock ideó para transmitir la sensación de vértigo que padece "Scottie": un efecto combinado de travelling atrás con zoom adelante.
Entre el rico anecdotario del filme cabe mencionar los problemas del director con Kim Novak, quien se negaba a ponerse el vestuario diseñado para ella, y que llevó a sonados enfrentamientos entre ambos. Hay que destacar, además, la excelente fotografía en technicolor de Robert Burks y la sencilla pero antológica secuencia de los créditos iniciales, obra del especialista Saul Bass. En pocas palabras, un clásico indiscutible.