Carlos V

 
Retrato. Entre los rasgos de la personalidad de Carlos V suelen destacarse su extrema religiosidad (solía oír varias misas diarias), su espíritu justiciero, su dedicación absoluta a sus deberes regios y cierta sequedad en su carácter: el soberano era parco en palabras, hecho que quizá deba relacionarse con su principal defecto físico, su prominente mentón, que le ocasionaba problemas al comer y al hablar. No alardeaba de sus victorias militares, no se dejaba vencer por las adversidades y no perdonaba fácilmente a los que le ofendían. Admirado como gran estadista por sus contemporáneos, gozaba de una memoria privilegiada y dominaba las lenguas flamenca, italiana, francesa y española "tan perfectamente como si no supiera más de una", según testimonio de Alonso de Santa Cruz. Carlos contrajo matrimonio en 1526 con Isabel de Portugal, que fallecería en 1539. Pese a que el emperador vivió aún veinte años más, nunca volvió a casarse. De este matrimonio nacieron cinco hijos, de los cuales sólo el príncipe Felipe (que reinaría como Felipe II) y las princesas María y Juana llegaron a la edad adulta. Carlos tuvo además una hija de una relación anterior a su matrimonio, Margarita de Parma, y, ya viudo, un hijo que sería famoso por su talento militar: Juan de Austria. En la imagen, detalle de un retrato de Carlos V realizado hacia 1548 por Tiziano Vecellio; el gran pintor veneciano fue sin duda su más destacado retratista.