León XII
(Annibale Sermattei della Genga; castillo de Genga, Ancona, 1760 - Roma, 1829) Papa de la Iglesia católica (1823-1829). Ordenado sacerdote en 1783, della Genga fue secretario privado de Pío VI, quien en 1793 lo envió como embajador a Lucerna (Suiza). En 1794 fue destinado a Colonia, y posteriormente se le encomendaron misiones en varias cortes alemanas. El papa Pío VII lo nombró cardenal obispo de Senigallia en 1816 (cargo al que renunció en 1818) y vicario general de Roma en 1820.
León XII
Con la oposición de Austria, Annibale Sermattei della Genga fue elegido Papa el 28 de septiembre de 1823 por los influyentes zelanti (los conservadores que se oponían a las políticas conciliadoras de Pío VII y al liberalismo reformador del cardenal Ercole Consalvi). Como era de esperar, León XII revirtió en un principio las políticas de Pío VII. En materia doctrinal, se esforzó por impedir la infiltración de las ideas liberales y fortalecer la eficacia de la Inquisición, y reinstauró en los Estados Pontificios el absolutismo y los privilegios aristocráticos, practicando una política represiva. Trasladó la corte pontificia del Quirinal al Vaticano y trató de reorganizar la administración financiera de sus Estados reduciendo los gastos y también los impuestos, si bien la precaria situación económica se mantuvo sin cambios.
En política exterior, y después de cometer algunos movimientos torpes por influjo de los zelanti, León XII hubo de reconocer la necesidad de moderar sus posturas autoritarias y conservadoras ante el nuevo estallido de la propaganda liberal y el renacimiento del galicanismo, doctrina eclesiástica esencialmente francesa que abogaba por la restricción del poder papal.
Siguiendo la línea moderada del cardenal Consalvi, negoció concordatos ventajosos para el papado con Hannover (1824) y con los Países Bajos (1827); bendijo la restauración del absolutismo en España y reconoció la independencia de las colonias españolas en América. En mayo de 1825 condenó el indiferentismo, doctrina que defendía la igualdad de todas las religiones, y la masonería, por sus prácticas secretas que consideraba paganas. Pese a la oposición de la curia y las voces agoreras, en ese año de 1825 también revivió, con gran éxito y afluencia de fieles, la tradición del jubileo, celebración en que los creyentes acuden a Roma y son invitados a la oración y a las obras de caridad y penitencia.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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