Isaac Newton
La óptica. Este tratado fundamental se publicó en inglés en 1704, mientras que en 1706 vio la
luz la traducción latina de Samuel Clark. La primera edición apareció cuando el autor contaba sesenta y dos años,
es decir, cuarenta años después de sus primeros estudios sobre óptica. La obra reúne toda su labor en el citado
campo: aunque había de vivir otros veinte años, Newton no añadiría más que algunas correcciones, de modo
que las sucesivas ediciones no presentan modificaciones sustanciales. Desde el punto de vista teórico, el texto es uno de los primeros
grandes intentos de fijar ideas sobre la naturaleza de la luz. Frente a la vaga idea aristotélica (muy difundida e incluso podríamos
decir oficial en la Edad Media) de que la luz era "accidens", es decir, un atributo de la materia, desde hacía siglos algunos
filósofos de la naturaleza habían asignado a la luz una estructura material. Ideas en este sentido fueron sostenidas por Alhacén,
Descartes, el padre Grimaldi y otros, mucho más alejados de nosotros en el tiempo que Newton; pero sus argumentos quedaron mancos, fácil
presa de muchas y graves objeciones. Sin embargo, el número de los seguidores de esas ideas materialistas y antiperipatéticas
iba siempre en aumento, y pasó a convertirse en mayoría cuando Newton aportó la formidable contribución de sus
experimentos, de su genio y de su autoridad. Newton reasumió la idea de que la luz debía considerarse como un enjambre de partículas
materiales de grandísima velocidad (que O. Römer, en 1675, halló que era igual a 300.000 kilómetros por segundo).