Henry Ford
El cuadriciclo. En las últimas décadas del siglo XIX existían ya todos los elementos básicos para construir un automóvil (debidos a D. Papin, Th. Savery, J. Watt, N. J. Cugnot, Ph. Lebon, R. Trevithick, É. Lenoir y muchos otros). Faltaba únicamente ensamblarlos para formar un conjunto armónico. A finales del siglo, K. Benz y G. Daimler llegaron casi de manera simultánea a obtener el mismo resultado por caminos distintos y sin tener noticia uno de los trabajos del otro, aunque vivían a poca distancia. En 1886, Benz montó un motor de explosión de un cilindro en un triciclo. Daimler, por su parte, instaló uno de sus motores de medio caballo en un coche de caballos, y dio luz el primer automóvil de la historia: un vehículo de cuatro ruedas, ligero, práctico, fiable y de fácil manejo. El motor del cuadriciclo de Daimler estaba refrigerado por agua; su potencia se transmitía a las ruedas mediante un sistema de correas y poleas (que hacían la función de cambio de marchas), un diferencial rudimentario y un juego de engranajes. La tracción era trasera. El conjunto, aunque rudimentario, funcionaba y se patentó. Por esa misma época, Henry Ford, apasionado de la mecánica, construía su propio cuadriciclo en sus ratos libres. Lo terminó en 1896, año en que se tomó esta fotografía. Pero su cuadriciclo no presentaba ninguna novedad respecto a los modelos de Benz y Daimler; serían otros los motivos que harían de él una figura clave en el desarrollo de la revolución industrial.