Cristóbal Colón
Muerte de Colón. El segundo viaje de Cristóbal Colón,
iniciado en 1493, significó en cierto modo el comienzo de su declive, pues puso
de manifiesto sus pocas dotes de mando. Empezó a ser palmario que el gran navegante era un pésimo administrador, iracundo, vengativo e indeciso,
tanto que hasta sus colaboradores empezaron a detestarlo y no perdieron ocasión de criticarlo ásperamente en sus informes a la corte. Cinco
años después, en su tercer viaje, todos estos problemas se acentuaron, hasta el punto de ser designado por los reyes un comisario real, Francisco
de Bobadilla, que se trasladó a las Indias con plenos poderes para tratar de poner orden en la gobernación de Colón. En su último
viaje, en 1502, Colón visitó Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Jamaica, donde a consecuencia de un huracán sus naves quedaron inmovilizadas
durante un año. Cuando llegaron socorros desde la isla de Santo Domingo, los náufragos españoles se hallaban extenuados y el almirante
padecía fuertes dolores producidos por la artritis. Hacía poco que había cumplido los cincuenta años, pero aparentaba muchos
más. Tenía el cabello prácticamente blanco, pesadas arrugas que le surcaban el rostro y unas profundas ojeras en torno a los ojos.
Su regreso definitivo a España se produjo el 7 de noviembre de 1504. Después de reclamar infructuosamente sus derechos al rey Fernando durante
dos años, y ya enfermo y cansado, el almirante se instaló en un convento franciscano y redactó su testamento. El 20 de mayo de 1506
la muerte puso fin a sus desvelos.