Simón Bolívar
El final. En abril de 1826, Bolívar regresó precipitadamente a Caracas para sofocar el movimiento separatista
conocido como La Cosiata, iniciado por el general José Antonio Páez. Dos meses más tarde se congregaba, a petición
suya, el Congreso de Panamá, en el que estallaron a la luz del día las divergencias entre las jóvenes repúblicas
liberadas. Era el comienzo del fin del bolivarianismo: víctima del caudillismo y de las peculiaridades territoriales, la «Gran
Colombia» hacía aguas, y con ella el sueño de consolidar una confederación de estados hispanoamericanos. A pesar
de juramentarse en Bogotá como presidente de la República (10 de septiembre de 1827) y proclamarse dictador un año después,
hubo de huir de la capital colombiana y enfrentarse, en 1829, a la primera invasión de Ecuador por las tropas peruanas. De vuelta a
Bogotá, instaló el Congreso Constituyente a comienzos de 1830; pero Venezuela declaró su independencia de la Gran Colombia,
y la oposición a su proyecto constitucional crecía en Bogotá. Enfermo, Simón Bolívar se trasladó a
la costa, y falleció de hemoptisis en la finca de San Pedro Alejandrino, en las afueras de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830.
Sus restos mortales reposan en el Panteón Nacional de Venezuela, en Caracas. En la imagen, el monumento a Simón Bolívar
en la Plaza del Congreso de Lima, en Perú.