Alejandro Magno
Alejandro y Aristóteles. Desde un principio Filipo deseó que su hijo Alejandro tuviera una educación enmarcada dentro de la tradición griega, alejándose de esta forma del modelo de educación tradicional existente entre los monarcas macedonios. Procuró, por tanto, que los más notables intelectuales griegos acudieran a su corte en Pela. Uno de los que atendieron la llamada fue el célebre Aristóteles, unido a Filipo por una estrecha amistad. Aristóteles se encargó de la educación de Alejandro como preceptor suyo desde el año 343 hasta 335 a.C., cuando tuvo que regresar a Atenas para hacerse cargo de la Academia.
La educación se basó en materias de tipo literario y político. Aristóteles le inculcó el amor a la historiografía, como ejemplo de las directrices que debía seguir cuando se convirtiera en rey, y a la poesía griega; su lectura preferida fue la Ilíada. Según refieren los autores antiguos, Alejandro llevaba una copia de la epopeya homérica en sus campañas y tenía en Aquiles a su héroe favorito.
Desde el punto de vista político, Aristóteles recomendaba a su discípulo que fuera caudillo de los griegos, a los que debía considerar como amigos, pero "señor" de los bárbaros, a quienes había de tener siempre como sus enemigos. Durante su estancia en Macedonia, Aristóteles prosiguió sus investigaciones filosófico-políticas, de las que hizo partícipe a Alejandro. Entre las discusiones mantenidas entre ambos, destaca la relativa al modelo de ciudad; Aristóteles tenía una visión tradicional de la polis, como ciudad independiente, mientras que Alejandro tenía una visión cosmopolita, según la cual las ciudades debían estar sometidas a una entidad superior. La ilustración representa a un joven Alejandro recibiendo las enseñanzas del filósofo.