Otman Ibn Affan
(Otman, Osman, Othman o Uthman Ibn Affan; La Meca, hacia 570 - Medina, 656) Tercer califa ortodoxo (entre 644 y 656) y notable de La Meca. Sucedió al segundo califa Omar (634-644), tras el asesinato de éste por parte de un esclavo persa jariyí descontento. La suerte de este tercer califa ortodoxo corrió pareja a la de su predecesor, ya que también encontró una muerte violenta, en el año 656, cuando se encontraba rezando en la mezquita aljama de Medina, víctima de un complot de todos sus enemigos políticos.
Otman Ibn Affan
Su califato se vio supeditado por dos circunstancias muy precisas: por la primera compilación del Corán, hecho por el cual fue acusado por sus enemigos de suprimir y sustituir ciertos pasajes a su conveniencia; y por la tremenda oposición política que aglutinó contra su persona, siendo acusado de practicar un nepotismo descarado que, a la postre, acabó por costarle la vida.
El asesinato del califa Omar y la elección de Otman Ibn Haffan trajo consigo el germen de la crisis en la todavía incipiente comunidad islámica. La designación de Otman al frente de la umma (comunidad musulmana), aunque éste no se hubiera distinguido como un hombre sobresaliente en los primeros momentos del Islam, era, hasta cierto punto, natural y lógica.
Aunque no pertenecía al clan hachemita, Otman era uno de los pocos musulmanes de los primeros momentos del Islam, emparentado por matrimonio con el Profeta (era yerno de Mahoma), y miembro de la aristocracia mecana quraysí que, aunque en cierto momento fue relegada a un segundo plano por el éxito del Islam, no dejó de ser la potencia económica y social dominante en La Meca y en toda Arabia. Mahoma, una vez que La Meca aceptó la victoria de la nueva religión, luchó por integrar a esos musulmanes recién convertidos con los "puros" (compañeros del Profeta) y así sellar la paz entre los árabes.
Puede que la elección de Otman, miembro relevante de los qurays mecanos, fuese en esa dirección, como un intento de reintegración mutua. De todas formas, cuando Otman fue elegido por la comunidad como nuevo califa, no dejaron de levantarse voces contrarias a dicha designación, no siendo aceptado en un primer momento por un buen grupo de los antiguos compañeros del Profeta, los cuales hubieran preferido la elección de un hombre mucho más relacionado con el Profeta, no sólo en lazos familiares, sino espirituales y militares, como, por ejemplo, Alí ibn Abi Talib (primo y yerno del Profeta y, según la tradición, el primer árabe en seguir a Mahoma en su nueva aventura).
La redacción del Corán
Según la historiografía alimentada por los seguidores siíes (partidarios de que el califato debía recaer en Alí y sus seguidores exclusivamente), la labor de Otman al frente del califato no pudo ser más negativa, ya que causó la primera guerra civil musulmana (fitna) con su incompetencia y su descarado nepotismo en detrimento de los compañeros del Profeta.
Otra acusación muy típica de los siíes contra Otman fue la de ser un califa impío. Nada más lejos de la realidad, ya que Otman gozaba de un gran prestigio entre la comunidad musulmana precisamente por su gran espiritualidad. Su aportación al Islam no pudo ser más vital, ya que fue él quien encargó redactar la primera edición oficial del Corán bajo el formato de un solo volumen (mús-haf).
Hasta la fecha, el Corán era transmitido fragmentariamente en trozos de materiales diversos, como hojas de palmera, huesos, piedras, y todo tipo de material susceptible de servir como soporte de escritura. Pero, sobretodo, la transmisión de la palabra de Alá se confiaba a la memoria, siendo comunicado directamente a los musulmanes nuevos por los sahâba, expertos en los hadices (transmisión oral de los dichos y hechos del Profeta), muchos de los cuales se lo sabían íntegramente de memoria, como sucede con frecuencia en la actualidad.
La ingente labor que se propuso Otman consistió en reunir todos esos materiales dispersos, para lo cual consultó a todos los hombres que habían aprendido la ley islámica directamente del Profeta, de los cuales obtuvo su aprobación para consensuar una edición que fuera admitida por todos los expertos. El trabajo fue dirigido por Zais Ibn Zait, hombre culto que contaba con la ventaja de haber sido uno de los secretarios personales del propio Profeta.
El resultado, tras una escrupulosa labor, fue el Mús-haf, o el "Volumen de Otman", texto que todavía, hoy por hoy, sigue siendo el texto oficial de toda la umma. A pesar de los recelos que levantó entre algunos miembros piadosos de la comunidad islámica, el volumen presentado por Otman era a todas luces imprescindible para salvaguardar la unidad del Islam.
Los enemigos políticos de Otman: su asesinato
Desde el primer momento en que fue elegido califa, Otman tuvo que enfrentarse a graves problemas difíciles de resolver. El primero de ellos afectaba a la evolución enorme que habían experimentado las costumbres de los árabes como consecuencia del repentino enriquecimiento debido a las conquistas. Otro problemas relacionado con el anterior consistía en establecer el reparto equitativo, tal y como establecía la ley, de los ingresos procedentes de los impuestos entre las provincias y el Gobierno central de Medina. En este sentido, los árabes establecidos en los territorios conquistados pedían que todo fuese gastado en su lugar de origen, es decir, en beneficio propio.
Por último estaba el problema más peliagudo: el control de la gestión de los jefes semiautónomos sobre los territorios conquistados, muchos de los cuales empezaban a mostrar signos inquietantes de deseo autonomista respecto de Medina, amparados en la lejanía territorial respecto del poder central.
En un claro intento por controlar la gestión y administración de las provincias lejanas, Otman se vio obligado a revocar a algunos de esos jefes, como al ilustre Amr, señor y dueño por aquel entonces de la provincia de Egipto. Otman se convenció de que la fidelidad de esas provincias tan lejanas, vitales para la buena marcha del Imperio islámico, sólo se vería asegurada si elegía a sus valíes, en la medida de lo posible, dentro de su círculo familiar. Eso fue lo que hizo, por ejemplo, al enviar a Damasco, capital de Siria, a un hombre, Muawiyya (futuro fundador de la primera dinastía califal en el Islam, la de los omeyas).
Ciertamente, con semejantes medidas de control, Otman se aseguraba la fidelidad de sus territorios más periféricos, pero por otra parte se expuso a las acusaciones fundadas de practicar un nepotismo descarado que lo único que hizo fue exasperar todavía más a sus enconados enemigos, los cuales por fin encontraron la excusa perfecta para atacarle sin piedad.
En la ciudad santa de Medina se fue creando un partido de opositores a Otman muy poderoso. Entre sus enemigos se encontraban A'isa (hija de Abu Bakr, el primer califa ortodoxo, y esposa favorita del Profeta), y Alí (primo y yerno del Profeta al casarse con su hija Fátima). Fuera de Arabia, el oponente más firme contra el califa era Amr, la espada más legendaria de los primeros momentos del Islam, artífice de muchas de las conquistas territoriales, quien había jurado vengarse del califa por la afrenta que había padecido al ser depuesto de su cargo de valí en Egipto.
Se formó una coalición entre los emisarios de unos y otros, que concluyó, sin que sea posible separar la parte de responsabilidad, intención o azar que en ello hubo, con el asesinato del califa mientras rezaba en la mezquita aljama de Medina, en circunstancias bastante sombrías. Según algunas fuentes, el autor material del asesinato fue un hijo del primer califa ortodoxo Abu Bakr.
Al día siguiente del drama, Alí fue impuesto como califa por el partido victorioso, elección que no podía presentarse bajo auspicios favorables como las precedentes. Alí era primo y yerno de Mahoma, y padre de al-Hassán y al-Hussaín, nietos a su vez del Profeta. Lo que se valoraba en él, además de su estrecha vinculación al Profeta, era, sobre todo, su valor y su conocimiento y práctica de la sunna. Alí tenía tras de sí un partido de fervientes seguidores (sía), pero también grandes enemigos que se valieron del asesinato de Otman para proyectar todo tipo de sombras sobre la legitimidad del nuevo califa. Esto provocó un gran desorden dentro de la umma que acabó por desembocar en la primera gran guerra civil (fitna).
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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