María Luisa Gabriela de Saboya
(Turín, 1688 - Madrid, 1714) Reina de España, primera esposa de Felipe V. Fue nombrada gobernadora y lugarteniente general cuando su marido debió trasladarse a los escenarios bélicos (1702). Mediatizada en su gobierno por el cardenal Portocarrero, actuó con responsabilidad durante la guerra de Sucesión. Fue madre de Luis I y de Fernando VI.
María Luisa Gabriela de Saboya
Era hija del duque Victor Amadeo II de Saboya y la princesa Ana María de Orleáns. El compromiso matrimonial entre María Luisa de Saboya (que tenía entonces doce años) y Felipe V se hizo público el 8 de mayo de 1701, el mismo día en que el Felipe V era jurado como rey. El 11 de septiembre del mismo año se celebró la boda en Turín, con el príncipe de Saboya-Carignan, tío de la novia, representando al rey Luis XIV por poderes. Marie-Anne de la Trémoille, princesa de los Ursinos, fue asignada por Luis XIV de Francia como camarera e instructora personal de la reina; de esta manera, Luis XIV podía controlar mejor la marcha de la Corona española.
Pero la princesa de los Ursinos fue algo más que la mensajera del rey francés; su interés político se encaminó a asegurar a los recientes y jóvenes reyes en el trono de España, además de afianzar a sus descendientes en el camino de la Corona. La princesa de los Ursinos pretendió una política claramente nacional en un momento de conflicto de sucesión, en el que, por un lado, los partidarios de los Austria no aceptaban al rey Borbón, y por otro, los franceses pretendían convertir a España en una nación servidora de Luis XIV.
Una de las primeras recomendaciones de la princesa de los Ursinos a los reyes fue que se quedaran un tiempo en Barcelona (el encuentro de los jóvenes monarcas tuvo lugar en la localidad gerundense de Figueres, por donde entró la reina a España), para limar la animadversión de los catalanes. Durante la estancia en Barcelona, Felipe V marchó a Italia, dirigiendo personalmente sus ejércitos, a combatir en los primeros conflictos armados de la Guerra de Sucesión; en su ausencia, la regencia quedaba en manos de María Luisa de Saboya (1702), que contaba con el apoyo de los ministros Jean Orry, Melchor Rafael de Macanaz y Michel Jean Amelot, los cuales ayudaron a la reina en su política de unidad administrativa y centralización.
La reina regente inauguró las Cortes de Aragón e inmediatamente después se trasladó a Madrid, siendo muy bien acogida por parte de la población. En 1704 volvió a marchar Felipe V a la guerra, para detener el avance de los aliados del archiduque Carlos (el futuro Carlos VI de Austria) que se encontraban en tierras extremeñas. Empezó entonces la segunda regencia de María Luisa. Ese mismo año, Luis XIV decidió destituir de su cargo a la princesa de los Ursinos, ya que la consideraba responsable del enfrentamiento que la reina mantenía con el nuevo embajador francés, cardenal D’Etrées. Desde entonces la tensión de María Luisa con el rey francés fue en aumento, hasta que, finalmente, la decisión e insistencia de la regente dio sus frutos, logrando la destitución del embajador y, sobre todo, la vuelta de su consejera y amiga, la princesa de los Ursinos, que tanto necesitaba en esos momentos en que el rey se encontraba ausente.
Una de las decisiones más apuradas de la reina Maria Luisa fue el traslado de la Corte a Burgos, dado el avance de las tropas del archiduque Carlos, que logró entrar en la capital, aunque no por mucho tiempo; en el mes de octubre de 1706, el rey y la reina se reunieron y regresaron a Madrid, luego de la marcha precipitada de Carlos y sus soldados. Al año siguiente la guerra empezó a decidirse del lado de los borbónicos, ya que el duque de Berwick logró en Almansa una victoria fundamental sobre los ejércitos de Carlos.
Fue en ese mismo año (1707), cuando la reina alumbró a su primer hijo, Luis, futuro Luis I de España (1724). Su segundo hijo, Felipe, nacido en 1709, no llegó a vivir una semana. Esta tragedia no la arredró ni la distrajo de sus intereses de reina: ante la propuesta de paz de los carlistas con Luis XIV a cambio de que dejara de apoyar a su nieto Felipe V, María Luisa reaccionó de una manera fulminante, dejando muy claro al rey de Francia que jamás abandonaría el trono de España.
Entre tanto, la guerra continuó, y en 1710, con 22 años de edad, María Luisa de Saboya se encargó de la tercera regencia ante la nueva ausencia de su esposo. Ya definitivamente, las tropas del archiduque Carlos se retiraron a Cataluña ante su derrota en Brihuega (Guadalajara) y Villaviciosa (Asturias). Mientras, María Luisa trasladó la Corte primero a Vitoria y luego a Zaragoza, simplemente para poder ver más a menudo a su marido. Fue en Zaragoza donde empezaron los primeros síntomas de su extraña enfermedad, por lo que se retiró a Corella (Navarra) para intentar recuperarse. En noviembre de 1711, Felipe V y María Luisa regresaron a Madrid como reyes victoriosos. Al año siguiente nació Felipe, el tercer hijo del matrimonio, y un año más tarde Fernando, futuro Fernando VI (1746-1759). A partir de entonces, la reina quedó prácticamente postrada hasta su muerte.
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Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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