Wilhelm von Humboldt
(Potsdam, 1767 - Tegel, 1835) Lingüista y político alemán. Los estudios sobre lingüística supusieron el núcleo del legado de Wilhelm von Humboldt, teórico de la lengua alemana que, no obstante, participaría también activamente en la vida política de su país en un convulsionado período histórico; además de diplomático, fue el encargado de reformar sustancialmente el sistema de enseñanza prusiano. Su obra más importante en el campo de la lingüística es Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad (1827-1829), considerada como un punto de partida de la lingüística moderna.
Wilhelm von Humboldt
Hermano mayor del futuro naturalista y geógrafo Alexander von Humboldt, Wilhelm von Humboldt recibió una amplia y esmerada educación a cargo de profesores particulares. En Frankfurt del Oder y Gotinga estudió derecho y se interesó por la filología clásica y la filosofía. Influido en un principio por Johann Jakob Engel y Friedrich August Wolf, pronto entró en contacto con la filosofía de Immanuel Kant.
Ya en este momento se perfilan los rasgos que constituirán más tarde las facetas fundamentales de su personalidad: se siente atraído por la historia y los problemas de gobierno, se ocupa de cuestiones lingüísticas e inicia su actividad en la crítica literaria. Conoció a las figuras más representativas del mundo intelectual alemán, como Friedrich Heinrich Jacobi y Madame de Staël; estuvo en muy buenas relaciones con Johann Wolfgang von Goethe y fue muy amigo de Friedrich Schiller. Efectuó varios viajes por Alemania (Marburgo, Giessen, Frankfurt del Main, Weimar, Erfurt, Jena) y en 1789, una vez terminados sus estudios de derecho, fue a París acompañado del que fue su preceptor, J. Campe. Ese mismo año contrajo matrimonio con Carolina von Dacherbden, cuya influencia será decisiva a lo largo de su vida.
En 1797 se trasladó a París, donde residió durante dos años, en el curso de los cuales su personalidad alcanza la madurez plena. Se ocupó intensamente de la literatura y del carácter del pueblo francés, siendo especialmente importante para Humboldt el conocimiento de Jean-Jacques Rousseau y Denis Diderot por la repercusión que ambos, pero sobre todo el primero, tuvieron en su pensamiento. En 1799 recorrió España, y es en este momento cuando descubre el lenguaje como objeto de una ciencia, cuyo estudio le ocupará el resto de su vida. Para este descubrimiento es decisiva su visita al País Vasco y el estudio del euskera. Reinando Federico Guillermo III de Prusia, en 1801 vuelve a Berlín, donde por primera vez se pone en contacto con el movimiento romántico alemán y sus principales representantes.
Tras la etapa inicial de formación, el retorno a Prusia significó el comienzo en su biografía de una segunda etapa (que podría fecharse de 1802 a 1819) en la que Humboldt se dedicaría preferentemente a actividades de tipo político y diplomático. Ocupó el cargo de representante de Prusia junto a la Santa Sede, y en 1809 fue nombrado consejero de Estado y director del Departamento de Cultura y Educación en el ministerio del Interior.
En íntima relación con este cargo se encuentra, por una parte, la fundación de la Universidad de Berlín (1810-1811) y, por otra, la reforma del sistema de enseñanza hasta entonces vigente en Prusia, así como el establecimiento de los fundamentos para la creación del llamado humanistisches Gymnasium. En el plano de la enseñanza primaria la reforma vino determinada por la introducción de los principios pedagógicos de Johann Heinrich Pestalozzi. Se puede decir que Humboldt ejerció una influencia decisiva en todos los aspectos de la vida alemana precisamente a partir de su preocupación por cuanto se relacionaba con la enseñanza y la educación. Es importante el impulso que dio al desarrollo de la Academia de Ciencias y a la de Bellas Artes.
En 1810 recibió el nombramiento de ministro de Estado y embajador en Viena. De 1813 a 1817 participó en varios congresos (Praga, Châtillon, Viena) y ostentó la representación de Prusia en las negociaciones de la paz de París. En 1817 se le encargó de la legación de Prusia en Londres y en 1818 acudió al congreso de Aquisgrán. Durante aquellos últimos años se enfriaron paulatinamente las relaciones de Humboldt con Karl August von Hardenberg, canciller del reino, hecho que determinó su retirada definitiva de la política en 1819. No obstante, todavía en 1829 sería elegido presidente de la comisión encargada de la instalación del Museo Estatal de Berlín, y en 1830 fue de nuevo llamado al Consejo de Estado.
En lo que sería una tercera y última etapa de su vida, desde 1819 vivió prácticamente retirado en su palacio de Tegel, ocupándose preferentemente en la investigación lingüística, verdadera culminación de la obra de toda su vida. En esos últimos quince años se dedicó al estudio de lenguas como el sánscrito, el chino o las lenguas indígenas de América del Sur, así como a reunir y ordenar los materiales recopilados a lo largo de los años anteriores.
Obra y legado de Wilhelm von Humboldt
La obra de Wilhelm von Humboldt es amplia y variada. Los trabajos que más fama le han dado los realizó en el último periodo de su vida y se refieren casi exclusivamente al ámbito de la investigación lingüística. Destacan los que se refieren a problemas relacionados con la lengua en el amplio sentido de la palabra, como, por ejemplo, Sobre el origen de las formas gramaticales y su influjo en el desarrollo de las ideas (1821) y Sobre la conexión de la escritura con el lenguaje (1824). El texto Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad (escrito hacia 1827-1829) sirvió de prólogo a su obra póstuma Sobre la lengua Kawi de la isla de Java (1836-1840) y es el trabajo de Humboldt que más ha repercutido en el campo de la lingüística; en él se contienen las teorías más significativas de Humboldt en el plano de la investigación del lenguaje, muy importantes por la influencia que tendrían en filólogos posteriores.
La personalidad de Humboldt adquiere relevancia especial tanto por su dedicación a la lingüística como por su actividad como hombre de Estado. En este segundo ámbito ocupó cargos de responsabilidad, trabajó junto a las figuras de la política del momento y trató de llegar a la confederación de los países alemanes, que no fue posible por la oposición de Klemens von Metternich. En su actuación política se pone de relieve su espíritu crítico y su amplia visión de los problemas. Simpatizó en principio con la Revolución Francesa, y tanto en sus escritos como en su actividad se mostró como político de carácter liberal. Destaca de modo especial su trabajo en el plano de la enseñanza, no sólo por las consecuencias inmediatas (fundación de la Universidad de Berlín), sino porque confirió a las enseñanzas media y superior una función totalmente nueva.
Humboldt dedicó los últimos quince años de su vida a la investigación lingüística. Conocía el griego, el latín, el francés, el español, el euskera, el italiano, el checo, el húngaro y el inglés. Más tarde aprendió sánscrito y algo de chino. Las teorías más importantes se hallan contenidas en el citado prólogo de su obra sobre las lenguas kawi. Es patente la concepción clásica del lenguaje; se advierte claramente la influencia de Johann Gottfried Herder y el romanticismo, así como cierta reminiscencia de Goethe en su anhelo por lograr un lenguaje-tipo a partir de la totalidad de las lenguas. El concepto de «síntesis» aparece constantemente en la obra de Humboldt, lo que pone de manifiesto hasta qué punto asimiló las doctrinas de Immanuel Kant.
Humboldt concibe la lengua como actividad (enérgeia) y no como producto (érgon). Para él, la lengua es un organismo capaz de desarrollar funciones desde el momento de su origen, de donde deriva la imposibilidad de llegar a comprender la génesis de la lengua. Trata de explicar el proceso del lenguaje no solamente desde el punto de vista diacrónico, sino que aplica también un análisis descriptivo en función de la estructura misma de la lengua. Defiende la independencia del ámbito fonético y del semántico dentro de la palabra; ambos tienden a una síntesis en la articulación, pero no llegan nunca a identificarse. Frente a Jacob Grimm, ve en el desarrollo de la lengua un movimiento espiritual progresivo, en el curso del cual el espíritu rechaza las formas superfluas y de este modo tiende más libremente a la perfección.
Respecto a la forma interior de una lengua (innere Sprachform), Humboldt llega a la conclusión de que la gramática se acomoda a las fuerzas que constituyen la esencia del lenguaje. Éste es la forma de operación del pensamiento humano y se caracteriza por dos rasgos: sucesividad e integridad expresiva. El estudio de la lengua ha de incluir la literatura, a la que Humboldt define como una forma extrema de expresión lingüística. La idea central es el hombre como individuo y como parte integrante de una nación; en relación con ello se halla una de las afirmaciones fundamentales de la teoría lingüística humboldtiana: el hombre sólo es hombre en tanto que posee la facultad de hablar.
Johann Gottfried Herder y Wilhelm von Humboldt son las figuras más representativas de la filosofía del lenguaje en los siglos XVIII y XIX. La verdadera importancia de Humboldt radica en el hecho de ser el punto de arranque de la lingüística moderna. En sus escritos se hallan las teorías que más tarde servirán de base a escuelas lingüísticas de gran trascendencia, algunas todavía vigentes en la actualidad. Las figuras más destacadas de la moderna filosofía del lenguaje como Benedetto Croce, Karl Vossler, Karl Bühler, Ernst Cassirer, Leo Weisgerber o Benjamin Lee Whorf, entre otros, son en mayor o menor grado herederos de la tradición humboldtiana.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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