Ángel Fernández de los Ríos
(Madrid, 1821-París, 1880) Político y escritor español. Miembro del Partido Progresista, fue secretario de la Junta de Salvación durante la vicalvarada de julio de 1854. Tomó parte en la frustrada insurrección de 1866, por lo que debió exiliarse a Francia. Regresó en 1869 y dio su apoyo a la primera República (1973). Restablecida la monarquía, se exilió de nuevo en 1876.
Ángel Fernández de los Ríos
Ángel Fernández de los Ríos se incorporó a la Milicia Nacional en 1842. Adscrito al Partido Progresista, perteneció a la denominada tendencia central de esta formación política, constituida por los “puros”, cuyos máximos representantes eran Baldomero Espartero, Salustiano Olózaga, Pedro Calvo Asensio y Patricio de la Escosura, todos ellos partidarios de llevar a cabo una política liberal avanzada que permitiera consolidar las conquistas de la revolución burguesa.
Durante la Década Moderada (1844-1854) tomó parte en los movimientos insurreccionales organizados contra el Gobierno presidido por el general Ramón María Narváez (1847-1849). Participó asimismo en los sucesos revolucionarios de 1854, con los que se inició el Bienio Progresista (1854-1856). Formó parte del comité revolucionario que preparó el pronunciamiento del día 17 de julio de 1854, constituido por Antonio Cánovas del Castillo, Antonio de los Ríos Rosas y el marqués de la Vega de Armijo. Pocos días después fue elegido secretario de la Junta de Salvación, Armamento y Defensa, presidida por el general Evaristo San Miguel.
En el transcurso del periodo progresista se unió a la oposición para manifestar su descontento por la paralización del proceso revolucionario impuesta por el general Leopoldo O'Donnell. Ello le impulsó a colaborar en la formación, en marzo de 1856, del Centro Progresista, creado por los “puros” en contestación al Centro Parlamentario constituido por los “resellados” (ala derecha del progresismo, representada por Juan Prim, Álvarez Cantero y La Serna), núcleo que después del Bienio Progresista se integró en su mayor parte en la Unión Liberal, partido político fundado en 1854 por el general O'Donnell.
En la declaración política del Centro Progresista se reconocía como jefe único al general Baldomero Espartero, con quien se pretendía garantizar la unidad del progresismo ante las deserciones tanto de la izquierda (demócratas) como de la derecha (“resellados”). En 1865 fue nombrado secretario del Comité Central del Partido Progresista, presidido por Espartero. Intervino en la organización de la fracasada insurrección del cuartel de San Gil (1866), por lo que debió marchar exiliado a Francia, donde permaneció hasta el triunfo de la Revolución de Septiembre de 1868, que dio paso al Sexenio democrático (1868-1874).
A petición del Gobierno provisional, presidido por Francisco Serrano (l868-1869), se trasladó a Portugal para negociar con Fernando de Sajonia-Coburgo-Gotha, padre del rey Luis I de Portugal (1861-1889), su candidatura al trono español, apoyada por el general Juan Prim, por los progresistas y por el sector “cimbrio” del Partido Demócrata, encabezado por Nicolás María Rivero. La gestión no tuvo éxito ya que Fernando de Portugal, con quien se entrevistó en mayo de 1870, se negó a aceptar la propuesta al considerar que ello podía poner en peligro la soberanía de Portugal como Estado independiente.
Ángel Fernández de los Ríos apoyó la proclamación de la I República (1873-1874). Tras la restauración de la dinastía de los Borbón en la persona de Alfonso XII (1874-1885), fue acusado de ser un agente al servicio de Manuel Ruiz Zorrilla, máximo dirigente del Partido Radical e impulsor de diversos pronunciamientos contra la monarquía. Expulsado por ese motivo en 1876, se trasladó a Portugal y, posteriormente, a Francia, donde vivió hasta su muerte.
Fernández de los Ríos compaginó su actividad política con una intensa dedicación al periodismo (fundó y dirigió numerosas publicaciones) y a la escritura; se le deben diversas obras de variada temática, desde la política a la literatura de viajes. Especial mención merecen sus ideas urbanísticas, basadas en una concepción moderna de la ciudad, cuya estructura debería estar compuesta por un centro en el que se agruparan los servicios públicos (instituciones públicas, bancos, comercio) y una amplia periferia residencial, unida a la zona anterior mediante una extensa red de comunicaciones (amplias avenidas). Cada barriada debía contar con una infraestructura suficiente para garantizar su habitabilidad e higiene (alumbrado, alcantarillado) y las viviendas tenían que ser, preferentemente, de poca altura y tendentes a formar unidades independientes con patio y jardín.
En su obra El futuro de Madrid. Paseos mentales por la capital de España tal cual es y tal cual debe dejarla transformada la revolución, planteó soluciones concretas al problema urbanístico de Madrid, que trató de llevar a cabo durante su estancia en el Ayuntamiento Popular de esta ciudad, tras la Revolución de 1868. Entre sus proyectos destacan la construcción de un ensanche, en el que se incluía la realización de la plaza de la Independencia en torno a la Puerta de Alcalá (imitando la disposición de la Plaza de la Estrella de París) y la reforma de los alrededores del Palacio Real. También defendió la necesidad de crear edificios funcionales, como mercados o estaciones de ferrocarril, en los que el hierro debía primar como material de construcción.
En cuanto a las barriadas obreras, una de sus mayores preocupaciones fue encontrar una tipología de vivienda obrera. Finalmente adoptó el modelo de la ciudad francesa de Mulhouse, presentado en la Exposición Universal de París de 1867, consistente en una casa exenta rodeada de jardín y dividida en dos viviendas, ambas de dos plantas; los barrios obreros estarían complementados por todos los servicios básicos (ambulatorio, guardería infantil, biblioteca, lavaderos). Para su financiación se preveía la utilización de créditos de las Cajas de Ahorros, que los propietarios reembolsarían en un periodo largo. Este proyecto fracasó, como el resto de los planes urbanísticos de Fernández de los Ríos, sobre todo debido al desfase que existía entre sus planteamientos y la realidad social.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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