Léon Brunschvicg

(París, 1869 - Aix-les-Bains, 1944) Filósofo francés. Es autor de numerosas obras de historia del pensamiento científico y filosófico en las que, por lo demás, son evidentes las líneas de una original postura especulativa suya, que puede definirse como un idealismo crítico (El idealismo contemporáneo, 1905), que concede amplio margen a la solicitud de las ciencias física y matemática (Les étapes de la philosophie matémathique, 1912; La experiencia humana y la causalidad física, 1922), pero la dirige hacia una concepción humanista de la vida en la que acaban por imponerse las exigencias morales y religiosas, reafirmando los valores propiamente espirituales de la libertad y del amor como fundamento de la sociedad humana.


Léon Brunschvicg

Asistió al principio al Liceo Condorcet de París y tuvo allí como maestro a Alphonse Darlu, cuya enseñanza fue decisiva para su carrera. Posteriormente estudió en la École Normale Supérieure hasta que, en 1891, pasó a enseñar filosofía como agregado en liceos de los departamentos. Estuvo en Lorient (1891-93), Tours (1893-95) y Rouen (1895-1900). Consiguió el doctorado en filosofía en 1897, desarrollando la tesis sobre la Modalité du jugement.

De regreso en París, Léon Brunschvicg enseñó en el Liceo Condorcet de 1900 a 1903 y después en el Liceo Henry IV, donde recibió el encargo de preparar a los aspirantes a la École Normale Supérieure. A partir de 1909 enseñó en la Sorbona. En 1919 fue elegido miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de París; en 1924 de la Real Sociedad de Nápoles (Academia de Ciencias Morales y Políticas), y en 1928 de la Real Academia de Dinamarca. Desde 1923 fue doctor honoris causa de la Universidad de Durham.

Fue miembro de la Sociedad Francesa de Filosofía y redactor de la Revue de Métaphysique et de Morale, en cuyos fascículos aparecieron muchos artículos suyos, recensiones y ensayos críticos; en sus estudios históricos se ocupó especialmente de la obra de Aristóteles, Montaigne, Pascal, Descartes y Spinoza. Como pensador, Brunschvicg tuvo abierta la mente a los más arduos y diversos problemas culturales y humanos: no había idea que lo dejase indiferente, ni movimiento del pensamiento del que no quisiera captar el sentido y el valor, confrontándolo con sus propias concepciones. Como hombre, habiéndose formado en el ejemplo de los grandes con cuyo espíritu había vivido en contacto, estuvo animado de profunda sagacidad: las duras pruebas de sus últimos años -escribe de él Berger- no lograron oponer obstáculos a su meditación, ni alterar su objetividad, ni destruir su indestructible confianza en la razón y en la justicia.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].