Hristo Botev
(Hristo, Jristo o Cristo Botev; Kalofer, 1848-región de Vraca, 1876) Escritor búlgaro. Es la figura más popular de la historia política y literaria de Bulgaria. Estudió en Odessa y entró en contacto con el socialismo utópico. En 1867 tuvo que refugiarse en Rumania, donde jugó un importante papel político entre los emigrados de su país. Murió cuando intentaba un levantamiento contra los turcos. Es autor de varios Cantos de temática patriótica y revolucionaria.
Hristo Botev
Hijo de un activo patriota, maestro de escuela, a los quince años fue enviado a Odessa a completar los estudios secundarios, y allí, en el curso de éstos, recibió las ideas revolucionarias del socialismo utopista ruso. Vuelto a la patria, siguió la carrera y el ejemplo de su padre, desarrollando una intensa actividad subversiva entre la juventud y llegando a comprometerse hasta el punto de tener que emprender el duro camino del destierro. Se refugió en Rumania, donde continuó trabajando sin descanso como conspirador y animador entre sus compatriotas desterrados.
Pretendió luego provocar una insurrección: para ello reunió un grupo de audaces búlgaros, pasó el Danubio en una embarcación austríaca e intentó una acción que había de conducir a un levantamiento general. Sin embargo, enfrentado muy pronto con grandes fuerzas de la gendarmería turca, en un desigual encuentro librado en el monte Vol, cerca de Vraca, murió heroicamente, como el voivoda Hadzi Dimitar, que él glorificó y perpetuó en uno de sus más bellos, patéticos y populares Cantos. Tenía tan sólo veintiocho años.
Publicista y dirigente patriótico, llegó a publicar un libro de poemas con otro poeta revolucionario búlgaro, Stefan Stambolov, titulado Cantos y poemas de Botev y Stambolov (1875), y a continuación la elegía El ahorcamiento de Vasil Levski. Pese a su brevedad, su obra ejerció un poderoso influjo en las generaciones posteriores, no sólo en el aspecto literario sino también por su sentido del deber cívico, antepuesto a cualquier otra consideración. Encarnación del ideal romántico, su poesía vigorosa y apasionada constituye el clímax de una tradición que vinculaba el empeño literario con los deberes patriótico-sociales. Su más célebre poema, Hadzi Dimitar (1873), es un canto a la muerte heroica en aras de la libertad colectiva.
Los Cantos de Hristo Botev, aun cuando escasos (no más de veinte), reflejan vivamente la personalidad humana y artística del poeta, inexorable con los enemigos de su patria y con toda forma de dominio político y social. Naturaleza impulsiva, romántica y soñadora, los Cantos de Botev recuerdan, en la entonación lírica de sus poesías, a los románticos rusos Alexander Pushkin y Mijaíl Lermontov, a quienes había leído, y sobre todo a Lord Byron, que vivió y murió, como Botev, por un ideal de libertad. Suave y delicado en la intimidad familiar, su tono puede ser también elegíaco, satírico o ditirámbico, y su estilo espontáneo y a la vez refinado dota a sus versos tanto de dureza como de fluidez según la ocasión.
Uno de los mejores críticos búlgaros, Bòjan Penev, afirmó que Botev es "el poeta de la libertad", libertad que hay que entender en todas las acepciones del término: libertad de la persona, libertad de la nación, libertad del pueblo, libertad de todo el género humano. Ardoroso defensor de la libertad búlgara frente al yugo turco, las empresas atrevidas de sus compañeros inspiraron algunos de sus cantos, como Hayduk, que quedó incompleto. Su más célebre composición, Hadzi Dimitar, se inspira en la empresa temeraria en la que murió este voivoda (comandante) búlgaro, y ensalza el sacrificio de la vida por la libertad como el más alto ideal humano y civil. Sin duda uno de los más populares de toda la literatura búlgara, el poema es también una de las más poderosas creaciones patrióticas de Botev. La perfecta analogía entre las aventuras y la muerte de Hadzi Dimitar y las del mismo Botev, pocos años después, hacen de esta composición una especie de canto profético del destino reservado al poeta.
Nuevo Prometeo, como el Conrado Wallenrod de Mickiewicz, Botev lanza también su grito de protesta y de rebelión a Dios, que deja al hombre "esclavo sobre la tierra", que protege a "patriarcas, papas y zares" y que abandona en la servidumbre a "sus humildes hermanos", invocando desde el fondo de su alma exacerbada al "Dios de razón, / de esclavos y sufrientes / defensor, que muy pronto / festejarán las gentes". Así pues, una fe anima a Botev en su grito de insurrección. En su desdén contra el propio clero inicuo y corrompido niega al "Dios de los tiranos", pero cree en un Dios de bondad e invoca a ese Dios para que inspire a todos el amor a la libertad, "para que cada uno combata / como pueda al opresor" (Mi plegaria).
La muerte aparece en más de uno de sus cantos: "Sé que puedo morir joven", canta en la Despedida, y exhorta virilmente a su madre a que no llore, si cae por la gran causa. Su presentimiento precisa en algún momento las circunstancias de su muerte, casi en visión profética: "puedo morir joven, el blanco y quieto / Danubio atravesando". Pero el héroe, aun dispuesto a morir, no renuncia a la vida, y no excluye que, de la lucha, pueda salir sano y vencedor.
Por otra parte son frecuentes los momentos de desconsuelo y desesperación, que le dictan incluso acentos de amargo sarcasmo y de furor contra los opresores y contra los mismos oprimidos que no saben rebelarse (A mi hermano, En la taberna, A mi madre). El poeta rehuye incluso el amor porque siente que no hay lugar para él en su alma hasta haber conseguido la gran meta (A mi primer amor). La única excepción en toda su obra poética es el canto A ella, en el que evoca un trivial episodio de amor sensual por una mujer casada, pasado evidentemente sin dejar huellas en su breve existencia.
En cuanto a la forma poética, la gran variedad de versos, de metros y de rimas a los que recurre el poeta son indicio de la exuberante fuerza de su natural ingenio poético. En su mayoría los cantos de Botev están rimados y la misma disposición de las rimas es variada y de tarde en tarde caprichosa. Algunas poesías y quizás las mejores (Despedida, Hayduk) recogen, en el verso y el estilo, las características de los cantos populares: octosílabos carentes de rima, con frecuentes repeticiones, al principio del verso, del último término expresado en el verso anterior. Los versos de Botev presentan también de tarde en tarde inevitables defectos, imperfecciones, arbitrariedades de formas métricas o de rima, uso y abuso de rimas imperfectas; pero si todo ello puede alguna vez perjudicar la limpieza técnica del verso, no queda por ello disminuida, sino más bien aumentada, la fuerza de la expresión y la lozanía y la espontaneidad del sentimiento.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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