José Balza
(San Rafael de Manamo, Delta Amacuro, 1939) Escritor venezolano. Con este autor nacido en los confines del país, en el delta del Orinoco, ingresan en la narrativa venezolana la libertad experimental y una sensibilidad exenta de sensiblería y dotada de inteligencia. Aparentemente contradictorias, la sensibilidad inteligente y la inteligencia sensible de José Balza le han permitido desarrollar una trayectoria que, de su primera novela, Marzo anterior (1965), a Medianoche en vídeo: 1/5 (1988), se bifurca y extiende en múltiples ramales, a imagen de las aguas de su delta natal, sin perder nunca el rumbo. Sus facetas de profesor, ensayista, editor, narrador y crítico son afluentes de un mismo río que busca y encuentra su desenlace natural en el vasto mar de las historias y las narraciones. No es casual que uno de sus mejores libros de ensayos lleve por título, precisamente, Este mar narrativo (1987).
José Balza
José Balza creció en una familia formada por emigrantes: su padre, de ascendencia vasca, nació en Escuque, en los Andes venezolanos, y su madre en la isla Margarita. De la rama paterna heredó cierta tendencia a la soledad, mientras que los Gómez, la familia de la madre, son, como buenos isleños, dados a la fiesta, la música y las celebraciones. José Balza presenta, tanto en su vida como en su obra, un perfecto y difícil ayuntamiento de estas dos tendencias opuestas: cerebralidad y cordialidad.
El delta natal de Balza es una de las regiones más extremas del país. La desembocadura del río Orinoco forma un intrincado laberinto de caños, brazos de agua y lagos que serpentean entre tierras selváticas, de difícil acceso. La mayoría de los habitantes de esta región pertenecen a los warao, una de las etnias indígenas más antiguas del país. Durante los años en que dio clases en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela y después, en la década de 1980, desde la Dirección de Cultura de esta universidad, Balza promovió el conocimiento de la lengua y cultura de los warao.
El pueblo o caserío donde nació Balza, a orillas del caño Manamo, es un grupo de palafitos al norte de Tucupita, capital del estado Delta Amacuro. En la extremidad del Orinoco, donde el gran río empuja la tierra hacia el mar, se halla la región natal de este escritor, extrema también por haber permanecido aislada del resto del país hasta una fecha reciente. Durante su infancia, la única vía de comunicación de San Rafael con Tucupita era el caño, y los desplazamientos se hacían en curiara. Cuando abrieron la carretera, Balza descubrió el cine, que se convirtió, a partir de entonces, en su gran pasión. José Balza recuerda aún el asombro que le produjo la llegada de la luz eléctrica y de la radio.
A pesar de haberse trasladado a los diecisiete años a Caracas, donde realizó estudios de psicología en la Universidad Central de Venezuela; de haber participado en algunos de los principales movimientos de vanguardia artística y literaria de la década de 1960; de haberse dedicado plenamente a la escritura desde los ochenta, y de ser uno de los autores más cosmopolitas y viajeros con los que cuenta Venezuela, José Balza nunca se ha desvinculado de su tierra de origen, y hoy sus días transcurren entre su amado Delta y Caracas. Siempre que evoca su tierra natal y su infancia, se le ilumina el rostro: "Nacer en el Delta es un privilegio. Qué decir del caudal de los ríos, de los pájaros, de los peces, de los indígenas, del verdor. [...] Tuve una infancia prodigiosa, plena de misterios de la noche, de las aguas. Dormíamos en chinchorros y sentíamos una profunda integración entre los animales, la naturaleza y nosotros. Nos desplazábamos libremente desnudos por doquier".
Cuando llegó a Caracas, a una pensión de San José, tuvo que mantenerse haciendo un poco de todo: recibiendo autos en un garaje, vendiendo muñecos de Walt Disney, trabajando de recadero en una compañía petrolera. De noche estudiaba bachillerato. Tenía sed de todo: se inscribió en la Biblioteca Nacional, era un asiduo del Museo de Bellas Artes, de los conciertos y del cine universitario. Balza ha sido siempre un bulímico de todas las formas de creación artística: la música, la arquitectura, las artes visuales.
Quería estudiar medicina, pero le producía horror la sangre. Un día, después de oír a unos estudiantes hablar de Freud y de psicología, decidió inscribirse en esta carrera. Ya en la universidad, congenió con un grupo de jóvenes escritores y fundaron una revista, Intento, antes de dar el gran salto con En HAA (1962). Y escribió su primera novela, Marzo anterior. Inmediatamente se ganó el respeto de los escritores y la asiduidad de numerosos lectores. No hay venezolano culto que no haya leído al menos uno de sus libros.
La obra de José Balza es una referencia insoslayable en el devenir literario venezolano. Es interesante que este autor califique el conjunto de su obra como "ejercicios narrativos", como si se tratara de un aprendizaje continuo y sin fin. Sus narraciones se caracterizan, sin embargo, por el rigor y la inteligencia compositivas. En este sentido, Percusión (1982) es su mejor ejemplo. La complejidad psíquica del individuo, una de las obsesiones del autor, tiene aquí su desarrollo más acabado. El retorno de un hombre a su ciudad natal lo aboca a una revisión detenida de su pasado y de las sucesivas metamorfosis de su personalidad a lo largo del tiempo. Percusión es una novela única por su valiente indagación de las distintas facetas de la experiencia erótica, asunto escasamente tratado en la literatura del país y al que Balza consigue dar una nada desdeñable riqueza de matices. En la ya muy vasta obra de Balza se destacan, también, títulos como el ya citado Marzo anterior (1965), Largo (1968), Setecientas palmeras plantadas en un mismo lugar (1974), D (1977) y Medianoche en vídeo: 1/5 (1988) en el terreno de la novela; y Órdenes (1970), La mujer de espaldas (1986) y El vencedor (1989), en el del cuento.
Paralelamente a su obra literaria, Balza no ha dejado nunca de escribir ensayos críticos. La labor de rescate de autores venezolanos poco apreciados o valorados en su juventud es uno de los tesoros que ha legado a la crítica y a los lectores venezolanos. "Estoy feliz -confiesa- de haber introducido a Jesús Semprum, a Meneses, a Ramos Sucre, a Julio Garmendia, a Rafael Cadenas, a Díaz Solís, y de abrirle una comprensión distinta al venezolano." Es también un crítico feroz e intransigente, y han sido famosas y salubres sus demostraciones de las debilidades narrativas de Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, Reinaldo Arenas y Manuel Puig.
Su obra ensayística ha forjado asimismo una propuesta teórica acerca de la experiencia narrativa, de una rara calidad y hondura, en libros como Narrativa: instrumental y observaciones (1969), Los cuerpos del sueño (1976) y Este mar narrativo (1987). Certero y radical tanto en sus preferencias como en sus rechazos, en Balza confluyen el narrador y el ensayista, a tal punto que pueden entenderse como dos facetas complementarias y mutuamente necesarias de su proyecto literario. De este modo no es extraño que su influencia sobre las nuevas generaciones no haya hecho sino crecer: Balza ejemplifica un tipo de escritor completo, que no ha sido frecuente en Venezuela. Es indudable que se ubica, como narrador y como ensayista, en unas coordenadas plenamente contemporáneas. En el terreno del ensayo, la música, la poesía y las artes plásticas han sido también objeto de la insaciable curiosidad de Balza: Análogo, simultáneo (1983), Transfigurable (1983) y El fiero (y dulce) instinto terrestre (1988) son una prueba fehaciente de ello. En 1991 obtuvo el Premio Nacional de Narrativa.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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