Farid al-Din Attar
(Nisapur, c. 1145 - c. 1220) Poeta místico persa íntimamente vinculado a las doctrinas y tradiciones del sufismo, vertiente mística del Islam que contribuyó a difundir con su obra. Como indica su apelativo «Attar», Farid al-Din Attar fue también herbolario, y posiblemente médico; gran viajero, recorrió todo Egipto, la India y el Turkestán. Ello es cuanto se sabe acerca de su vida externa anterior a las vicisitudes sufridas en sus últimos años.
Farid al-Din Attar
Aunque no estaba adscrito a ninguna hermandad del sufismo, Farid al-Din Attar se apasionó por las lecturas religiosas. De ser ciertas sus afirmaciones, descubrió un millar de libros referentes a profetas y santos, y por espacio de cuarenta años se dedicó a reunir versos y anécdotas de sufíes en su obra Memorial de los santos (Tadhkirat al-awliya).
El Memorial de los santos puede describirse como una colección de biografías edificantes de antiguos místicos y ascetas musulmanes. Estas biografías, basadas en buena parte en fuentes árabes, reúnen en un esquema uniforme una serie de hechos, milagros y virtudes del personaje, episodios de su conversión y dichos o sentencias atribuidos a él, y presentan por lo tanto un cuadro de excepcional lozanía de la espiritualidad medieval musulmana y del ambiente material dentro del cual se desplegó. También tiene esta obra el mérito de su lenguaje puro y sencillo, que usa Farid al-Din Attar en grato contraste con la ampulosidad de tanta parte de la producción poética y prosística persa, convirtiendo algunas de sus páginas en digno paralelo oriental de las casi coetáneas Florecillas de San Francisco de Asís.
Una lograda inspiración narrativa caracteriza los dos principales poemas místicos de Farid al-Din Attar: El lenguaje de los pájaros y Libro divino. El relato contenido en los aproximadamente 4600 versos de El lenguaje de los pájaros (Mantiq al-tayr) arranca con una asamblea de pájaros que deciden partir en busca del mítico Simurgh, especie de misteriosa ave cantada en la épica iránica que en esta alegoría simboliza la divinidad buscada por el alma humana.
Los pájaros eligen como guía a la abubilla, a la que el Corán asigna el papel de mensajera en los amores de Salomón y la reina de Saba. La abubilla incita a los pájaros para que comiencen el largo y difícil viaje, si bien por un motivo u otro muchas aves procuran eludirlo con pretextos diversos (alusión a los obstáculos y distracciones terrenas del alma, en la busca del sumo bien). Tras la defección de los débiles, inician el viaje los restantes y, atravesando siete valles (examen, amor, conocimiento, independencia, unión, estupor y aniquilamiento), logran encontrar el ansiado Simurgh, en el que después reconocen la más profunda esencia de sí mismos.
La transparente trama alegórica de El lenguaje de los pájaros sirve al poeta para simbolizar las verdades místicas, no sin que la risueña y a veces maliciosa gracia del psicólogo y artista haga florecer, de las encantadoras anécdotas, disputas y descripciones, el esquema doctrinal. El lenguaje de los pájaros fue la primera obra de Farid al-Din Attar conocida en Europa, gracias a la edición y traducción francesa de Garcin de Tassy (París, 1857-1863), y se considera como uno de los textos poéticos fundamentales del sufismo persa.
Menos alegórico y más directamente moralizador es el Libro divino (Ilahi name), poema místico formado por una serie de cuentos y apólogos encerrados en un marco unificador: un soberano invita a sus hijos a expresar el deseo de lo que cada uno querría poseer, y todos ellos piden bienes mundanos, tales como la hija de las Peris, la magia, la milagrosa copa del rey Gemshid (dentro de la cual se ve reflejado el mundo entero), el agua de vida, el anillo de Salomón, la alquimia. El padre les narra numerosas historias, anécdotas y episodios edificantes dirigidos a demostrar la peligrosa vanidad de sus deseos, y a revelar cómo la más profunda esencia de las cosas deseadas es reconocida en un valor espiritual: la hija de las Peris es en realidad el alma; la copa de Gemshid, la inteligencia; el agua de vida es la fe, etc.
Éste es el marco, pero el interés y el mérito del Libro divino estriban sobre todo en los casi trescientos cuentos, por lo general breves, unidos entre sí por reflexiones y exhortaciones del narrador-poeta. Desfilan así los acostumbrados tipos y personajes preferidos por esta literatura edificante: el derviche y el sultán, el joven amado y la amante, Platón y Alejandro, Cosroe Anusharwàn y Mahmùd de Ghazna, Yusuf y Zuleika, Magnún y Leila, y aquellos grandes doctores y místicos del Islam cuyos dichos y hechos milagrosos transmitió el mismo Farid al-Din Attar en su Memorial de los santos.
El candor incomparable de aquellas biografías está aquí, ciertamente, algo alterado por las exigencias del lenguaje poético retórico tradicional del metro y de la rima, pero, exceptuadas las páginas brillantes en que se describen las bellezas físicas de la persona humana, y en que Farid al-Din Attar compite con Nizami en acumular imágenes preciosistas y agudezas, el estilo de este poema conserva en general la ingenua frescura y el sincero fervor que hacen tan simpática y también artísticamente viva la figura del autor. La obra, más que un sistemático tratado doctrinal, es una continua y amorosa catequesis, una exhortación a elevarse de lo terrenal a lo eterno presentándonos un cuadro vivacísimo de la espiritualidad musulmana.
La obra posterior de Farid al-Din Attar evolucionó hacia especulaciones filosóficas de fondo panteísta en las que elevó casi a la categoría de divinidad al califa Alí (Alí ibn Abi Talib), objeto de especial veneración por parte de los musulmanes chiítas. La simpatía hacia la causa de éstos que manifestó en los últimos años de su existencia, posiblemente en parte como reacción contra los turcos de fe sunnita, le proporcionó momentos difíciles: un muftí de Samarcanda declaró herético uno de sus libros, que fue quemado; además, invadida y saqueada su casa, hubo de huir y refugiarse en La Meca. Con su obra, muy leída e imitada, Farid al-Din Attar contribuyó a infundir una fisonomía esencialmente religiosa a la literatura persa y, por consiguiente, también a la turca y a la India musulmana.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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