Isabel I de Inglaterra

 
La Reina Virgen. Mucho antes de su muerte, Isabel expresó su deseo de que en su tumba se grabase el siguiente epitafio: "Aquí yace Isabel, que reinó virgen y murió virgen". Tal alarde, a pesar del empeño regio, fue puesto en duda por sus contemporáneos. Calificada por unos de frígida, por otros de homosexual y por no pocos de erotómana, no hay duda de que la reina "jugó al amor sin quemarse" (según el eufemismo de uno de sus supuestos amantes) con una nutrida nómina de apuestos caballeros, entre los que destacan Robert Dudley, conde de Leicester, y Robert Devereux, conde de Essex, el último favorito de la Reina Virgen. Si estos amores fueron algo más que platónicos es algo que no pertenecerá a las historias de alcoba oficiales de la monarquía inglesa. La llamada Reina Virgen falleció en 1603, tras ocupar el trono durante cuarenta y cinco años. Dejó como único heredero al hijo de María Estuardo, Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra, con quien se iniciaría el proceso de unificación de ambos reinos. En la imagen, el famoso retrato de Isabel I conocido como Retrato de la Armada, así llamado por representar en segundo término el episodio más glorioso de su reinado, la victoria sobre la Armada Invencible (George Gower, c. 1588).