Adolf Hitler
La guerra. Tras la Primera Guerra Mundial, pocas naciones quedaron satisfechas con las condiciones establecidas por el Tratado de Versalles, resultado de unas negociaciones (la Conferencia de Paz de París de 1919) en las que Francia, Inglaterra y Estados Unidos habían impuesto unilateralmente sus criterios. Algunos países iniciaron una política expansionista y de desquite sin respetar dichos acuerdos; por otro lado, el temor a una nueva guerra y los conflictos internos, provocados o intensificados por la depresión económica de 1929, debilitaron las democracias liberales. Aprovechándose de la coyuntura internacional, Hitler llevó adelante su plan de crear la Gran Alemania. En agosto de 1939 selló con la URSS un pacto de no agresión. Sintiéndose, pues, seguro respecto a Rusia, el 1 de septiembre de 1939 ordenó la invasión de Polonia. Como respuesta, Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania el 3 de septiembre: la Segunda Guerra Mundial había comenzado.
Ocupada Polonia, Hitler lanzó a sus ejércitos (contaba con más de un millón de hombres, divisiones acorazadas y la potencia aérea de la Luftwaffe) sobre Dinamarca y Noruega en abril de 1940. Vencidas éstas, atacó los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia, a la que venció al forzar el reembarco de las tropas aliadas en Dunkerque (mayo de 1940). Los alemanes se adueñaron de casi toda Francia: París caía el 14 de junio y Verdún dos días después. Sólo el sur quedó libre de la ocupación. Allí se estableció el gobierno de Vichy, presidido por el mariscal Philippe Pétain (1856-1951), que inauguró un régimen de talante autoritario y colaboracionista. Hitler había conseguido su objetivo en el occidente europeo: apoderarse de la costa atlántica para, desde ella, lanzarse contra el Reino Unido y, derrotado éste, proseguir su expansión hacia el este. Pero la denodada resistencia inglesa frustró sus planes, y tras la fallida invasión de Rusia y la entrada de los Estados Unidos en la guerra, los ejércitos alemanes cosecharon una derrota tras otra y el sueño megalómano de Hitler comenzó a desvanecerse. En la imagen, Hitler tras la ocupación de París.