Thomas de Quincey
(Greenheys, 1785 - Edimburgo, 1859) Ensayista inglés. Huérfano de padre (un próspero hombre de negocios) desde los siete años, sufrió durante la infancia el hostigamiento de su madre, una puritana depresiva, y sobre todo la brutalidad de su hermano mayor, que lo había elegido como víctima. Estudió en los colegios de Bath, Winkfield y Manchester, pero acabó huyendo en 1800 de la disciplina escolar y de los tormentos familiares: adoptado y amado por una prostituta que lo doblaba en edad, vagabundeó con ella durante tres años por tierras de Gales y Escocia, hasta que en 1803 se afincó en Londres.
Thomas de Quincey
Se relacionó allí con poetas románticos ingleses de su época (Robert Southey, Samuel Taylor Coleridge y William Wordsworth), con los que convivió casi una década, integrándose a las propuestas utópicas de vida comunitaria, típicas de los lakistas, a quienes mucho después dedicaría las sutiles páginas de Recuerdos de los Lake Poets (1834). Trabajó como periodista, fue editor del periódico The Westmoreland Gazette y se ganó la vida publicando artículos, críticas y relatos, además de obtener la estima de John Stuart Mill y de David Ricardo por la agudeza de sus análisis económicos. En 1804 comenzó sus primeras experiencias con el opio, para combatir unas dolencias reumáticas, y en 1809 se instaló en la localidad rural de Glasmere, donde conoció a una muchacha de pueblo con la que se casó en 1816.
De entre sus obras destaca Confesiones de un comedor de opio inglés (1821), en la que relata precisamente las experiencias con esa droga como vehículo para explorar las posibilidades imaginativas de la mente humana. Las drogas eran para el autor parte de sus principios románticos: una ampliación de las posibilidades racionales, emocionales y perceptivas de la normalidad.
Su mente vio en los acontecimientos cotidianos de la realidad una actividad armoniosa de la fantasía, como manifiesta en el ensayo El asesinato considerado como una de las bellas artes (1827), en el que el crimen es tratado desde un punto de vista estético e intelectual, lo que lo diferencia del punto de vista basado en la moral corriente. Según el poeta y crítico A. Breton, en esta obra se realiza una abstracción del horror para encararlo como una cuestión plástica o un caso médico.
A medio camino entre el ensayo y la ficción, en sus creaciones el autor saca partido precisamente del equilibrio entre una mirada fría e imperturbable, que disecciona el tema, y una mirada imaginativa y perversa, que desliza el horror como una categoría de lo cotidiano. El correo inglés (1849) se cuenta también entre sus excelentes ensayos antológicos, así como Suspiria de Profundis (1845), un estudio sobre las posibilidades del sueño que anticipa a Freud.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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