Giovanni Battista Pergolesi

(Iesi, actual Italia, 1710 - Nápoles, 1736) Compositor italiano. A pesar de su corta vida, fue autor de una obra tan considerable como original, en la que se anuncian los acentos del estilo galante vigente en la música europea de mediados del siglo XVIII. De origen humilde, dio muestras de una salud precaria desde su más tierna infancia. Tras seguir estudios musicales con maestros como Francesco Durante, el drama sacro La conversione di San Guglielmo d'Aquitania (1731) significó el inicio de su madurez como compositor. Con posterioridad a dicha obra, los títulos para la escena se sucedieron uno tras otro, destacando entre ellos la ópera bufa Lo frate 'nnamorato (1732), las óperas serias Il prigionier superbo (1733), Adriano in Siria (1734) y L'Olimpiade (1735), y, sobre todo, el intermezzo cómico La serva padrona (1733). La representación póstuma en París (1752) de esta última partitura provocó la llamada «querelle des bouffons» entre los partidarios de la tradición operística francesa y los de la italiana, encabezados por Jean-Jacques Rousseau. De la producción de Pergolesi cabe citar asimismo un emocionante Stabat mater, su postrera obra.


Giovanni Battista Pergolesi

De ingenio precoz, Giovanni Battista Pergolesi aprendió los primeros elementos de la música en su localidad natal. La rapidez de sus progresos indujo a su protector, el marqués Pianetti, a enviarlo a Nápoles, donde estudió violín con Domenico De Matteis y contrapunto con Gaetano Greco y con Francesco Durante. Pretende la tradición que ingresó en el Conservatorio de los Pobres de Jesucristo, pero su nombre no figura en el registro de los alumnos de aquel instituto.

Pergolesi se dedicó primeramente a la música religiosa, y precisamente dos oratorios, escritos en 1731, le valieron una cierta notoriedad: La morte di San Giuseppe y La conversione di San Guglielmo d'Aquitania. En el invierno del mismo año hizo representar en el teatro San Bartolomeo de Nápoles Salustia, ópera seria en tres actos, con los entremeses Amor fa l'uomo cieco, a los que siguió un nuevo melodrama serio, Ricimero. La fortuna no le sonrió en ninguno de estos trabajos, y esta circunstancia determinó que el músico se apartara durante algún tiempo de la escena. Pero fue una pausa de pocos meses, durante los cuales se dedicó a componer música religiosa y de cámara para los conciertos privados del príncipe de Stigliano (del que era maestro de capilla desde 1732) y escribió las Sonate para dos violines y contrabajo.

En otoño de 1732, Pergolesi volvió a la ópera con la comedia sentimental en dialecto napolitano Lo frate 'nnamorato, felizmente aclamada en el teatro de Fiorentini. El año siguiente escribió, para el teatro San Bartolomeo, Il prigionier superbo (El prisionero soberbio, 1733); pero debió su triunfo, más que a la ópera, al intermedio alegre en dos actos La serva padrona (La criada dueña, 1733), pieza destinada a convertirse en modelo de ópera cómica breve que mereció un entusiástico aplauso del público y le dio de inmediato fama europea.

Este éxito marcó quizá el único intervalo tranquilo en su breve existencia. En efecto, la recepción de las óperas siguientes, y en especial los melodramas serios, en los que basaba las mayores esperanzas, fue fría o incluso hostil. En octubre de 1734 era representada Adriano in Siria, con libreto de Metastasio, con el entremés Livietta e Tracollo, ejecutado más tarde separadamente con el título La contadina astuta. El fracaso más ruidoso correspondió a L'Olimpiade (1735), escrita el año siguiente para el teatro de Tordinona de Roma, con el famoso texto de Metastasio. Durante la representación, el autor tocaba el clavicémbalo y casi quedó aterrorizado ante el griterío del público.

Muy desanimado, Pergolesi regresó a Nápoles, y no le sirvió de compensación a este fracaso la favorable acogida que obtuvo el mismo año Flaminio (1735), comedia sentimental en tres actos. Estaba ya enfermo de tuberculosis; poco después, ante la agravación de la enfermedad, se retiraba al convento de franciscanos de Pozzuoli, y allí moriría a los veintiséis años de edad, después de haber revisado su última partitura, el Stabat Mater (1735), canto postrero en que reveló una madurez sorprendente, con fragmentos como la introducción o el Vidit suum dulcem natum morientem de una imaginación melódica digna de un genio. El arte de Pergolesi constituye una de las más sugestivas expresiones de la música del siglo XVIII, por la sencillez armoniosa de sus formas y el tono íntimo y tierno del sentimiento, que encuentra, en un aristocrático pudor, su medida espontánea, y confiere a la línea melódica un maravilloso vuelo.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].