Frank Norris
(Chicago, 1870 - San Francisco, 1902) Narrador estadounidense. Con su contemporáneo Stephen Crana, es considerado el iniciador del naturalismo en la literatura narrativa norteamericana. De estirpe anglosajona, Frank Norris fue hijo de un rico comerciante de joyas al por mayor. Desde su niñez, su madre le había inspirado entusiasmo por Walter Scott, Charles Dickens y R. L. Stevenson, y esta admiración fue decisiva en su carrera.
Frank Norris
En San Francisco, adonde la familia se había trasladado cuando él tenía quince años, y después en París, estudió pintura. En la capital francesa asistió al Instituto Artístico de París, en la época de Émile Zola y de Guy de Maupassant, cuya obra desconocía. Frank Norris se sumergió en los estudios de Jean Froissart, de la Chanson de Roland y de la Edad Media. Su medievalismo asumió forma literaria, cuando tenía diecinueve años, en Yvernelle, romance caballeresco en verso.
Vuelto a América, pasó cuatro años como joven rico y negligente, si bien cursó estudios de literatura en la Universidad de California. Habiendo leído allí las obras de Zola (cuyo determinismo interpretó no como una teoría científica y filosófica, sino como un elemento puramente dramático), se dio cuenta de que la romántica sed de lo inmenso, extraordinario, fantástico y grotesco podía apagarse en lo cotidiano del mundo moderno; y las sagas escandinavas le impulsaron por este ya adelantado gusto por los dramas épicos, cuyos verdaderos protagonistas no eran los hombres, sino fuerzas impersonales e inhumanas.
Estos dramas, que él consideraba que se podían encontrar "en el salón del que vive frente a nosotros", constituyeron para Norris la verdad detrás de aquellas prosaicas apariencias celebradas por el gran portavoz del realismo americano, William D. Howells; y la revelación de esta verdad le pareció la "raison d'être" del novelista. Otro año de lecturas y de escritos en Harvard dio lugar a sus primeras novelas, McTeague (inédita hasta 1899) y Vandover y el bruto (1914); bastas pero poderosas obras que hacen pensar en Zola y estudian, en dos casos diferentes, el fenómeno de un atávico retorno a la bestialidad.
Después de un periplo por África, durante el cual asistió a la rebelión de los boers, Frank Norris se convirtió en periodista en San Francisco, y después en lector de una editorial de Nueva York. Fue él quien, en el desempeño de este último cargo, descubrió Hermana Carrie, de Theodore Dreiser. De su obra de este período se desprende su obsesión por las ideas de la energía primaria, de la fuerza bruta, del vigor físico animal y acerebral, que pronto habían de ser plenamente explotadas por Jack London. Después, de golpe, concibió el proyecto de una saga americana, La epopeya del trigo, en la que vertería la sustancia íntegra de su imaginación.
De tal proyecto derivó, en 1901, El pulpo, novela en la que los impersonales protagonistas fueron el grano y los trenes; y en 1903, El pozo, una continuación de calidad inferior que estudiaba el destino del grano en el mercado de cereales de Chicago. La obra había de ser una trilogía; pero el proyectado tercer volumen, El lobo, quedó en proyecto cuando, a los treinta y dos años, Frank Norris murió después de una operación de apendicitis.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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