Mohamed Zahir
(Kabul, 1914-2007) Rey de Afganistán. A los 19 años, en 1933, heredó el trono de su padre, Nadir, que fue asesinado. Al igual que éste dio marcha atrás en las audaces reformas que había impulsado desde 1919 el rey Amanullah, que se vio obligado a abdicar en 1929 al estrellarse contra una sociedad absolutamente tradicionalista y mayoritariamente musulmana. No obstante, con el transcurrir del tiempo fue mostrando su inclinación hacia una prudente modernización.
En 1947 afrontó un tenso conflicto con el recién creado Pakistán por el dominio de la región del Patán. Durante la guerra fría supo sacar provecho de la excepcional situación estratégica de su reino para obtener ayuda tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética, manteniendo con habilidad un difícil equilibrio entre ambas potencias.
Gobernó con la estrecha colaboración de su primo, el general Mohamed Daud, a quien nombró primer ministro en 1953, y en 1964 convirtió el país en una monarquía constitucional, realizándose las primeras elecciones en 1965. Pero en julio de 1973, mientras se encontraba de viaje en el extranjero, fue derrocado por Daud, que instauró una república y se autoproclamó presidente.
Desde entonces, Zahir estableció su residencia en la zona norte de la capital italiana, cerca de la Via Cassia, en donde vivió un exilio cuya tranquilidad se vio bruscamente perturbada el 4 de noviembre de 1991, cuando un portugués, José Paulo Santos de Almeida, que se había hecho pasar por periodista, le asestó dos puñaladas, provocándole heridas que no revistieron gravedad.
El ex monarca nunca renunció a jugar un papel político en su país, y, asistido por su yerno, el ex general Abdul Wali, mantuvo a lo largo de los años frecuentes contactos con representantes de las diversas fracciones afganas en lucha, primero contra la ocupación de las tropas soviéticas y después entre sí.
En los días posteriores al 11 de septiembre de 2001, tras los ataques terroristas de Nueva York y Washington, Estados Unidos comenzó a preparar la operación militar contra el régimen integrista de los talibán, abierto protector de Osama Bin Laden, a quien se señalaba como inspirador directo de la masacre. La figura del antiguo monarca se barajó entonces como posible sucesor de los "estudiantes islámicos", una vez producido el previsible derrocamiento de éstos, en la jefatura del Estado afgano, pues se le atribuía la moderación y el ascendiente necesario como para administrar el poder en el complejo mosaico étnico del país.
En octubre de 2001, ya iniciado el ataque militar de Estados Unidos contra Afganistán, Zahir pedía que no se castigara a la población y manifestaba su disposición a regresar a Kabul y a presidir un gobierno de unidad nacional en el que estuvieran representados también los talibán. De vuelta a Afganistán, sin embargo, no se le otorgó poder alguno; fue nombrado "Padre de la patria", título honorífico que simbolizaba la unidad del país y que desapareció con su fallecimiento.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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