Pedro Melo de Portugal y Villena

(Badajoz, España, 1733 - Pando, Uruguay, 1797) Militar y administrador colonial español que fue gobernador de la provincia de Paraguay (1778-1787) y virrey del Río de la Plata (1795-1797). Persiguió a los residentes de origen francés ante el peligro de conspiración y, tras el tratado de Basilea (1795), preparó la defensa para posibles ataques británicos.


Pedro Melo de Portugal

Inclinado por la carrera de las armas, Pedro Melo de Portugal y Villena se graduó con el grado del alférez de fragata en 1758, y con posterioridad ocupó diversos cargos en España antes de pasar a América, alrededor de 1770. Con el establecimiento en 1776 del nuevo Virreinato del Río de la Plata, desgajado del de Perú, desempeñó los cargos de gobernador e intendente de la provincia de Paraguay. En 1794 participó, junto al entonces virrey Nicolás Antonio de Arredondo, en la creación del Consulado Real de Buenos Aires, y fue ascendido a teniente general de los Reales Ejércitos.

Tras la dimisión de Arredondo, Pedro Melo de Portugal fue nombrado virrey del Río de la Plata, el quinto en orden de sucesión; tomo posesión del cargo el 16 de marzo de 1795. Durante su mandato hubo de hacer frente a las incursiones portuguesas desde el vecino Brasil, para lo cual ordenó la fundación, en junio de 1795, de la villa que fue bautizada con su nombre, Villa de Melo (actual Melo, Uruguay). También se vio obligado a defenderse de los ingleses, y por ello organizó una escuadra naval, a cuyo mando puso a Santiago Liniers, para defender la ciudad de Montevideo de un posible ataque británico.

Tuvo asimismo que someter a vigilancia a los residentes franceses, a quienes creía instigadores de una serie de conspiraciones que se dieron entonces; tal alerta no decayó hasta que España y Francia firmaron la Paz de Basilea (1795). Reforzó además las fortificaciones fronterizas con los indios del sur del virreinato, y encomendó a Félix de Azara la elaboración de un proyecto de colonización de la franja costera de la Patagonia.

En el orden interno, no interrumpió las labores de pavimentación y embellecimiento urbano de la capital virreinal, Buenos Aires, e impulsó una serie de medidas, como la creación de depósitos de trigo, que paliaran las dificultades provocadas por el desabastecimiento de granos. Pedro Melo, que alcanzó a ver cómo el tráfico comercial del puerto bonaerense se ampliaba con la arribada de buques procedentes de Filipinas y el Océano Pacífico, falleció debido a una caída del caballo que montaba mientras se dirigía hacia Montevideo para inspeccionar las defensas de la bahía de la actual capital uruguaya. Fue enterrado, junto con su espada, en el altar mayor de la iglesia de San Juan Bautista de Buenos Aires. El mariscal Antonio de Olaguer y Feliú le sucedió en el cargo.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].