Victorio Macho
(Palencia, 1887 - Toledo, 1966) Escultor español. Entró en el mundo del arte a través de la pintura, alentado por su padre, actividad que nunca abandonó, aunque profesionalmente se desarrolló como escultor. Su vocación por este arte se definió al conocer la obra de Alonso de Berruguete en el Museo de Valladolid. En 1897 se trasladó con su familia a Santander, donde ingresó en la Escuela de Artes y Oficios; y en 1900 entró en el Taller de José Quintana. Posteriormente se trasladó a Madrid, donde asistió a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Fuera de los círculos oficiales academicistas, conoció a Julio Antonio, su maestro, con el que inició la investigación artística para la exaltación de los rasgos raciales, buscando las raíces genuinas de lo hispano por medio de la escultura, para lo que se concentran en el profundo conocimiento de la imaginería española, sobre todo del XVII y XVIII. En Santander, asistió a tertulias artísticas donde conoció a Solana, Victor de la Serna y otros intelectuales.
Sus primeras obras son bustos-retratos de miembros de la sociedad santanderina, aunque se consagró como escultor con su primera obra pública, el monumento a Pérez Galdós, en el Retiro madrileño. En 1920 efectuó un viaje a París. Se integró en la agrupación gremial de artistas plásticos, cuyo manifiesto de 1931 se oponía a la burocratización y arbitrariedad del régimen con el arte. Al estallar la Guerra se marchó a Valencia, luego a París, y finalmente se instaló en Colombia. En 1940, se trasladó a Perú; y en 1952 volvió a España, para fijar su residencia en Toledo, donde construyó su casa-museo.
Su evolución estilística tiene como punto de partida una etapa, la única propiamente realista, en la que, influido por la escultura de Julio Antonio y la pervivencia de la ideología de la Generación del 98, retrató tipos populares españoles. Se trata de un realismo recio y austero que supone una superación del academicismo, con resabios modernistas que aún imperaban en escultura. Se produjo, posteriormente, una purificación formal que tendía a la robustez y esencialidad de los rasgos, en un estilo que él calificó como "arquitectónico y musical". A partir de su etapa americana, sin abandonar esta estética, introdujo un mayor simbolismo. Publicó algunos escritos donde reflexionó sobre la naturaleza de la escultura española y donde plasmó su entusiasta pasión por la obra de Berruguete y sobre su investigación en busca de los rasgos propiamente hispanos.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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