William Laud

(Reading, 1573 - Londres, 1645) Prelado inglés que fue arzobispo de Canterbury (1633-1645) y consejero del monarca Carlos I de Inglaterra.


William Laud (detalle de un retrato de Van Dyck)

Hijo de un sastre, William Laud estudió en el Saint John's College de Oxford, licenciándose en literatura y filosofía en 1598. Ordenado sacerdote en 1601, en 1608 se doctoró en teología y en 1611 fue elegido director del Saint John's College, cargo que ocupó hasta 1621, cuando inició su tránsito por distintas sedes hasta asumir en 1628 el obispado de Londres. En 1625, año de la ascensión al trono de Carlos I de Inglaterra, era ya una de las figuras más eminentes en los círculos de la corte; en 1627 fue nombrado consejero privado del rey.

Sus ideas religiosas, influidas por las de su maestro Buckeridge, estaban en decidida oposición al calvinismo y al puritanismo que entonces dominaban la Iglesia británica. No le gustaba perderse discutiendo los detalles de los dogmas; pensaba que la esencia de la fe anglicana residía en los sacramentos y que, siempre que se preservara el núcleo de la creencia formulada en el Credo, las interpretaciones de las doctrinas no fundamentales eran admisibles. Así, en una obra escrita en su época de obispo, afirmó que los principios de la iglesia anglicana se basaban en las Sagradas Escrituras y negó cualquier diferencia fundamental entre las doctrinas de las iglesias anglicana y católica, pero rechazó la doctrina del magisterio infalible de la iglesia romana.

En 1633 Carlos I lo nombró arzobispo de Canterbury. Hombre de sincero amor por el bien, pero proclive a granjearse enemigos por su carácter autoritario y su poco tacto, William Laud asumió su nueva tarea con gran compromiso y se dedicó de inmediato a implementar las reformas que consideraba necesarias en la Iglesia anglicana: introdujo cambios en las formas devocionales y en las condiciones materiales de las iglesias, y trató de elevar el nivel moral e intelectual del clero.

La resistencia provocada por sus reformas fue aplastada inexorablemente, porque para Carlos I y sus consejeros ignorar los derechos divinos de los obispos significaba ignorar los derechos divinos de los reyes. Los castigos infligidos por los Tribunales Conciliares y por la Comisión Eclesiástica y la vehemencia con que expresaba sus opiniones hicieron aparecer al arzobispo Laud como un poder que hacía causa común con el absolutismo de la monarquía.

Todo ello hacía presagiar su caída, que tuvo lugar en poco tiempo. En calidad de arzobispo de Canterbury, William Laud había emitido una liturgia anglicana modificada que iba a ser utilizada por la Iglesia escocesa. Pero el sentimiento nacional y religioso llevó a Escocia a oponerse, y el alboroto en la iglesia de Saint Giles en Edimburgo cuando se promulgó por primera vez esa liturgia (julio de 1637) fue seguido de un rechazo frontal.

Carlos I había confiado sólo en Laud, y fue por consejo suyo, y en contra de su propio impulso, que se negó a retirar la liturgia. Sin embargo, los intentos posteriores de conciliación fracasaron; y en 1639 la revuelta se convirtió en una guerra abierta, sustrayendo a Laud la poca autoridad que le quedaba. Obligado primero a refugiarse en el Palacio de Whitehall, William Laud fue luego encarcelado por orden del "Parlamento Largo" y permaneció en la Torre de Londres durante cuatro años. En marzo de 1644 fue juzgado por traición y en enero de 1645 fue decapitado a la edad de 72 años.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].