Juana Seymour
(Juana o Jane Seymour; Wolf Hall, 1509 - Hampton Court, 1537) Reina de Inglaterra entre 1536 y 1537 en virtud de su matrimonio con Enrique VIII, del que fue la tercera esposa. Dama de honor de las dos primeras esposas del rey, Catalina de Aragón y Ana Bolena, atrajo por primera vez la atención de Enrique VIII hacia 1535. Juana Seymour rehusó ser tan sólo la amante del monarca, negativa que probablemente precipitó la caída y ejecución de Ana Bolena. Murió poco después del nacimiento de su hijo, Eduardo VI.
Jane Seymour (detalle de un retrato
de Hans Holbein el Joven)
Joven dama descendiente por rama colateral de Eduardo III de Inglaterra, Juana Seymour había recibido un excelente educación. De gran timidez, su carácter reservado y dócil contrastaba con el de su enérgica predecesora, Ana Bolena. Para poder casarse con ella, Enrique VIII recurrió métodos expeditivos: Ana Bolena fue acusada de mantener relaciones ilícitas con una caterva de criados y obligada mediante tortura a firmar una confesión. Los complacientes prelados ingleses se apresuraron a reconocer que su matrimonio con el monarca había sido nulo. El 19 de mayo de 1536, el verdugo segó la cabeza de Ana Bolena, cuarenta y ocho horas antes de que el rey se prometiera oficialmente con lady Juana Seymour.
La nueva reina, a quien Enrique solía llamar "mi rosa sin espinas", fue posiblemente la mujer a quien más quiso el soberano. Juana Seymour restableció en el favor real a la hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, María Tudor, que reinaría como María I de Inglaterra. Además de extender una sombra benéfica sobre su vida, le dio un hijo y con ello le colmó de felicidad. El futuro monarca Eduardo VI de Inglaterra era un niño endeble, pálido y enfermizo, pero al fin y al cabo era varón y vivía. Por fin parecía alejarse la maldición que pesaba sobre los Tudor. Además, el rey estaba seguro de que Juana podría darle otros hijos varones, más fuertes y más sanos, con los que asegurar la pervivencia de su linaje.
Sin embargo, la alegría duró poco. Atacada por unas fulminantes fiebres puerperales, Juana Seymour expiró quince días después del parto. Enrique VIII escribiría por aquellas fechas: "La Divina Providencia ha confundido mi gozo con la amargura de la muerte de aquella que me ha dado tanta dicha". Juana fue la primera reina oficialmente reconocida, y el soberano dio instrucciones para que fuera enterrada en el panteón real de Windsor, junto al sepulcro destinado a recibir sus propios restos cuando llegase su hora.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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