Sebastián de Herrera Barnuevo
(Madrid, 1619-1671) Pintor, escultor y arquitecto español. Fue discípulo y ayudante de Alonso Cano y sucedió a Juan Bautista Martínez del Mazo en los cargos de maestro mayor de las obras reales y de pintor de cámara. Forjó una pintura con más dinamismo que la de su maestro y demostró una exquisita capacidad creativa en la composición de sus dibujos.
Carlos II niño (c. 1670), de Sebastián de Herrera Barnuevo
Hijo del escultor Antonio de Herrera Barnuevo, el joven Sebastián recibió su primera formación en el taller paterno. Posteriormente entró al servicio de Alonso Cano, que había llegado desde Granada a Madrid en 1638 y que ejerció una decisiva influencia en su trayectoria artística. En 1645 está documentada su participación en la realización del retablo de la Virgen de la Paz de la iglesia de la Magdalena de Getafe (Madrid), obra de Alonso Cano, en concreto con la tabla Adoración de los pastores.
Según el pintor y tratadista de arte Antonio Acisclo Palomino, Herrera Barnuevo participó también en las decoraciones efímeras que en 1649 celebraron la entrada en Madrid de la nueva reina, Mariana de Austria, en particular en los retratos escultóricos de los poetas españoles antiguos y modernos ubicados en el “Monte Parnaso” del Prado, que al parecer, siempre según Acisclo Palomino, tuvieron un gran éxito.
En los retablos de la capilla de La Sagrada Familia (catedral de San Isidro, Madrid, 1650-1655) y de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe (convento de las Descalzas Reales, Madrid, 1653), intervino como arquitecto y pintor; diseñó las trazas y realizó las obras pictóricas que los integran. Para la capilla de La Sagrada Familia pintó los lienzos La Trinidad de la Tierra (hoy en su sacristía) y Mártires jesuitas del Japón (h. 1650-1655). Son muy destacables sus pinturas (un total de veintiuna figuras femeninas sobre espejos, además de numerosos ángeles) y tallas para la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, en la que se aprecia la influencia no sólo de Alonso Cano, sino de la escuela veneciana (Tintoretto, El Veronés).
También fue autor de los cuadros Cristo atado a la columna (Iglesia de Santa Teresa, Alba de Tormes, provincia de Salamanca), Éxtasis de San Agustín (San Francisco el Grande, Madrid, h. 1654-1655) y San Bernabé (Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial), y de los frescos de las bóvedas de la capilla de la Sagrada Familia (catedral de San Isidro).
A excepción de las trazas de los retablos, se conoce poco de su producción arquitectónica, centrada fundamentalmente en obras perecederas, erigidas para celebraciones concretas y más tarde desmontadas. Su estilo arquitectónico, continuador del de Alonso Cano, impulsó la difusión de las formas barrocas en la capital del reino. Se conservan varias estampas que ilustran un retablo-baldaquino para la capilla de San Isidro de la iglesia de San Andrés (Biblioteca Nacional). El altar proyectado por Herrera Barnuevo consistía en un templete de dos pisos: el primero en forma de baldaquino flanqueado por columnas salomónicas que se destinaba a albergar la custodia o expositor del Santísimo Sacramento; el segundo, que debía cobijar la urna del santo patrono de Madrid, estaba constituido por un dosel de cortinajes que remataban en un cuerpo prismático de placas recortadas. El barroquismo decorativo de este proyecto se agigantó con la adición de ángeles, cuyas figuras de alas desplegadas y actitudes agitadas contribuyen a movilizar el conjunto.
Herrera Barnuevo fue también el encargado de levantar en 1665 el túmulo fúnebre de Felipe IV de España en el monasterio de la Encarnación de Madrid, que imitaba en su estructura la de los retablos-baldaquino de Francisco Bautista, pero no en su descarnada decoración; la ornamentación de Herrera Barnuevo, en efecto, resulta ser muy barroca, aunque en menor grado que la del altar de San Isidro, ausentes las columnas salomónicas. Lo interesante de este túmulo es que fue cabeza de serie de otros muchos erigidos luego en la corte, hasta culminar en el célebre de José Benito Churriguera.
Durante la década de 1660 fue nombrado maestro mayor de las obras reales (1662) y encargado de la nueva ordenación de los jardines del Real Sitio de Aranjuez (Madrid). Allí trazó las fuentes de Apolo y de Hércules y la Hidra. También se encargó de la reconstrucción de la iglesia de los dominicos de Atocha, que un incendio había destruido en 1652. En 1668 trazó la iglesia de Montserrat de Madrid, inacabada. Dos años después se inauguró su Monumento de Semana Santa en el Palacio Real de Madrid. Se sabe también que fue contador del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y que formó parte de la comisión supervisora de los proyectos del puente de Toledo (1671).
En el transcurso de la regencia de Mariana de Austria (1665-1675) fue nombrado pintor de cámara de Carlos II (1667), cargo en el que sucedió al fallecido Juan Bautista Martínez del Mazo. Herrera Barnuevo retrató a varios miembros de la familia real en lienzos como Carlos II niño (c. 1670; Museo del Prado) y otros en que aparece Carlos II pintado a caballo al modo del célebre retrato de Baltasar Carlos de Austria que realizó Diego Velázquez. Sus esculturas, mencionadas por Acisclo Palomino, desaparecieron durante los siglos XVIII y XIX. Entre otras instituciones, la Biblioteca Nacional de Madrid, el British Museum (Londres), la Galería de los Uffìzi (Florencia) y la Biblioteca Nacional de Viena guardan dibujos y proyectos de sus obras.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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