Marcel Gromaire

(Noyelles-sur-Sambre, 1892 - París, 1971) Pintor francés. Se trasladó a París en el año 1900 para iniciar estudios de Derecho, que pronto abandonó. En 1912 se matriculó en la Académie de la Palette, de la que era director en esos momentos Le Fauconnier. La particular visión del cubismo en Le Fauconier se convirtió en un importante estímulo para los pintores que trabajaban en la Academia. Así, su forma de sintetizar la rigidez del cubismo físico con el expresionismo alemán influyó en sus discípulos, sobre todo en Alix, de la Patelliére, Fautrier, Goerg y en el propio Gromaire.

Fue hacia 1919 cuando Gromaire decidió dedicarse exclusivamente a la pintura. A partir de 1920 inició una serie de viajes por Europa que le llevaron a recorrer los museos de Bélgica, Holanda, Gran Bretaña y Alemania. A raíz de sus visitas al Rijsmuseum de Amsterdam nació su admiración por los maestros flamencos antiguos, hecho que ha servido a muchos especialistas en su obra para definir su particular visión plástica, más próxima a la pintura flamenca que a episodios expresionistas alemanes. En su también particular forma de entender la composición se refleja su interés por el arte medieval, a cuyo estudio se entregó y con el que compartió la tradición figurativa y esa rigidez compositiva característica del periodo.

Considerado por unos como pintor expresionista y por otros como cubista, Gromarie fue crítico con el trabajo de unos y otros y defendió un arte figurativo que tuviese como referente al individuo frente a investigaciones plásticas más complejas. En su obra La Guadaña (1924) -también conocida como El segador flamenco-, Gromaire practica un realismo expresivo y no ajeno a los hallazgos cubistas que le relacionaban con Gris y especialmente con Fernand Leger.

Su obra más emblemática es del año 1928: La guerra. La rigidez de las figuras, su restringida gama cromática y su acercamiento a perspectivas cubistas en la composición y expresionistas a la hora de dotar a sus figuras de volumen, convierten a esta obra en una de sus composiciones más características. Gromaire fue movilizado durante la Primera Guerra Mundial, y las experiencias vividas en el frente le marcaron, como a otros muchos artistas de su generación. Su visión del conflicto bélico se traduce en un sentimiento de desesperanza. El carácter repetitivo y deshumanizado de sus figuras, de rotundos volúmenes, hablan de una generación que, como autómatas, se dirige hacia su autodestrucción.

Realizó además numerosas composiciones destinadas a convertirse en tapices, como es el caso de Los cuatro elementos (1938-39) y Las cuatro estaciones (Museo Nacional de Arte Moderno, París) elaborados en algunos casos en colaboración con otros artistas como Lurçat. También realizó grandes murales como el que le fue encargado para la Exposición Internacional de 1937. En la etapa final de la obra de Gromaire, su restringida paleta se abre a un mayor espectro cromático, como se puede comprobar en su espléndido Desnudo de la gran cabellera rubia (1957)

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].