Filón de Alejandría
(Alejandría, entre 13 y 20 a.J.C. - id., hacia 50 d.J.C.) Filósofo judío de la diáspora griega. De familia aristocrática, negoció ante Calígula un estatuto político para los judíos (40). Restituyó la ortodoxia, cuestionada por el helenismo, y buscó la complementariedad entre la Torá (interpretada de forma alegórica) y Platón. Desarrolló una doctrina del logos y su influencia llegó, a través de Clemente de Alejandría y de Orígenes, a la patrística.
Filón de Alejandría
Llamado también Filón el Hebreo o Filón el Judío, fue una interesante figura de filósofo y de hombre. Su obra es una significativa expresión del sincretismo filosófico de la primera mitad del siglo I, que vinculó entre sí las ideologías griega y hebrea. Se sabe poco de la vida de Filón. Miembro de una familia muy notable y poderosa (un hijo de su hermano Alejandro Lisímaco se casó con la hija del rey de los judíos Herodes Agripa), recibió una cuidadosa educación, como lo demuestran, entre otros detalles, su vasta erudición bíblica (a pesar de que no conocía el hebreo), su familiaridad con la filosofía helénica e incluso el estudio de su estilo.
Sólo un episodio de su vida conocemos: la embajada a Calígula, que fue llamado a presidir en un momento dramático de la historia de su pueblo. La población griega y egipcia de Alejandría, muy hostil a los judíos, pidió que se colocaran estatuas del emperador en las sinagogas; con ello pretendían exponer a los hebreos a la ira del emperador y, al mismo tiempo, atraerse las simpatías de éste mediante una forma de adulación que juzgaban de su gusto. Ante el riesgo de verse acusados de lesa majestad, los judíos enviaron una embajada a Roma para suplicar al emperador la exención de tal culto; la misión, pues, resultaba extremadamente difícil y peligrosa. En Roma, los embajadores no fueron recibidos inmediatamente, y hasta quizá no lo fueron nunca; diferida la audiencia de un mes a otro, hubieron de soportar vejaciones e insultos de todo género. Sin embargo, al final, y es de creer que por los méritos de Filón, lograron cierta tolerancia.
Lo notable o por lo menos curioso de todo ello es el carácter del hombre que llevó tal asunto no sin habilidad y al que se describe normalmente como inclinado sólo a la vida contemplativa y carente en absoluto de sentido práctico y de vocación política. Aunque en esto haya algo de cierto, y sin hacer tampoco de Filón un hombre de acción, no pueden ignorarse los diversos aspectos de su temperamento, que lo convierten en un personaje no ajeno a la actividad práctica y política, por lo menos cuando se trataba de defender los intereses de la colonia hebrea de Alejandría.
En uno de los pocos pasajes en que habla de sí mismo, Filón dice: "Con frecuencia, abandonados los parientes, los amigos y la patria, y retirado al desierto para reflexionar sobre cualquier cosa digna de meditación, no sacaba de ello provecho alguno, antes bien mi mente, distraída o roída por la pasión, tendía a lo opuesto; algunas veces, en cambio, he sabido permanecer entregado a mis pensamientos en medio de una gran muchedumbre, por cuanto Dios ha alejado a la multitud de mi alma y me ha enseñado que el bien o el mal se deben, no a las diferencias de los lugares, sino a Él mismo, que mueve y conduce por donde quiere el carro del espíritu" (Explicación alegórica del Libro de las Leyes).
En tales palabras se refleja todo el hombre y el pensador, en sus aspectos diversos y opuestos; la figura del contemplativo, amante de la soledad, y la del embajador ante Calígula, que en ésta y en otras ocasiones se manifiesta defensor tenaz de los intereses de los hebreos alejandrinos con la acción y con la pluma, en obras como Apología de los judíos y Moisés. De este modo, Filón es al mismo tiempo un filósofo de sutiles y complicadas interpretaciones alegóricas, un combatiente de la causa judía en Contra Flaco y Legación a Cayo y un místico precursor del neoplatonismo, creador de un sistema que llega a un Dios único a través de las potencias intermedias, la mayor de las cuales es el "logos", de acuerdo con la doctrina presente en sus textos Sobre la esclavitud del insensato, Sobre la libertad del sabio, Sobre la Providencia, etc. También los retratos de Filón que adornan los manuscritos de sus obras revelan esta compleja vida espiritual en el semblante pensativo y en el amplio gesto de la mano, incluso en aquellas representaciones donde aparece con indumentaria convencional y con los símbolos que acompañan a los santos cristianos (la leyenda, en efecto, lo presentó convertido al cristianismo por San Marcos).
De la obra de Filón, máximo representante sin duda de la filosofía judaicoalejandrina, es preciso destacar la Explicación alegórica del Libro de las Leyes, un vasto comentario alegórico, versículo por versículo, de pasajes del Génesis. La idea fundamental de esta alegoría de la historia del alma humana y de sus relaciones con Dios es que, en la historia del primer hombre, todos los autores del drama, sus acciones y las situaciones que resultan de ellas son alegorías de los estados del alma; la obra entera es, pues, un tratado más bien arbitrario de psicología y ética.
Carácter distintivo de este comentario es unir la fe más viva en la inspiración de la Escritura con la mayor libertad de crítica. En varias ocasiones Filón dice que el texto sagrado tomado en sentido literal es insignificante e incompleto: Filón deduce de ello que debe esconder entre líneas algún oculto significado, que es menester sacar a la superficie por medio de la meditación y con la asistencia divina. Así, la Creación no puede haberse desarrollado en un período de seis días, ni siquiera en el tiempo: "Seria estúpido creerlo así, porque el tiempo no ha tenido origen sino con el mundo"; se trata de una distribución simétrica y armónica, pues "la naturaleza se complace en el número siete". La historia de la creación de Eva de la costilla de Adán es para Filón una parábola encaminada a ilustrar el origen de la percepción sensible que se torna activa cuando el Espíritu está en reposo.
Aunque en otras obras el autor parezca reconocer a los diversos personajes bíblicos un carácter histórico, no da aquí mucha importancia a la cuestión; pero no reconocer el carácter de verdad a un solo pormenor de la Biblia sería para el autor pecado mortal. La materia para sus revestimientos alegóricos y comentarios parenéticos se la proporciona especialmente la filosofía platónica y estoica; es mérito de esta obra el haber interpretado el Antiguo Testamento en términos de filosofía griega, estableciendo de este modo un puente entre el Judaísmo y el Helenismo.
Entre los varios tratados que corresponden a los diversos pasajes del Génesis, los principales son "De los Querubines", "De los sacrificios de Abel y Caín", "De la Agricultura de Noé", "De la embriaguez", "De la confusión de las lenguas", "De la emigración de Abraham" y "De los sueños". El comentario de Filón avanza modelado, en cuanto a la forma, sobre el Midrash rabínico, basándose menos en la ilación lógica y sistemática que en la asociación de ideas, aún cuando sólo sean ocasionales.
En sustancia, el texto del Génesis no proporciona sino ocasión y pretexto para una amplia exhibición de conceptos filosóficos, reflexiones y sugerencias éticas y observaciones psicológicas; sistema no muy diferente del de la parenética sagrada motivada por pasajes de la Escritura habituales entre los oradores sagrados. La influencia de Filón no tardó en dejarse sentir, especialmente en algunas figuras conspicuas del cristianismo alejandrino como Clemente de Alejandría y Orígenes, y, entre los latinos, en San Ambrosio y Agustín de Hipona, el último de los cuales reconoce la agudeza de Filón, aunque deplorando sus deficiencias como cristiano.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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