Luis Fernández de Córdova
(Luis Fernández de Córdova o Córdoba y Rodríguez de Valcárcel; San Fernando, 1798 - Lisboa, 1840) Militar y diplomático español. Tras fracasar en un intento de sublevar a la guardia real (1822), huyó a Francia, de donde regresó con los Cien Mil Hijos de San Luis (1823). Desempeñó labores diplomáticas en París (1825) y Lisboa (1832), y fue ministro en Copenhague (1827) y plenipotenciario en Berlín (1829). Durante la primera guerra carlista comandó entre 1835 y 1836 el Ejército del Norte del bando isabelino. Después de participar en la fracasada insurrección de Sevilla (1838), se exilió en Portugal.
Luis Fernández de Córdoba
En 1810 Luis Fernández de Córdova fue admitido como cadete del Real Cuerpo de Guardias Españolas en reconocimiento a su padre, quien murió ejecutado en el desarrollo del proceso independentista de Argentina. En 1819, ya durante el reinado de Fernando VII, se integró en el Ejército expedicionario de Ultramar, con el que en 1823 defendió Cádiz contra los liberales que apoyaban el pronunciamiento del general Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (1820).
Ello le creó muchas dificultades durante el Trienio Constitucional (1820-1823), periodo en el que tomó parte en la sublevación absolutista encabezada por la Guardia Real (Madrid, 1822). El fracaso de la insurrección, debido sobre todo a la rápida intervención de la Milicia Nacional, le obligó a refugiarse en Francia. Regresó a España tras incorporarse a las tropas de los Cien Mil Hijos de San Luis, ejército francés enviado en 1823 por la Santa Alianza para acabar con el régimen constitucional y con el que combatió hasta la rendición de Cádiz (agosto de 1823), último reducto liberal al que se había replegado el Gobierno constitucional presidido por José María Calatrava.
Una vez restaurado el absolutismo fue ascendido a coronel y, posteriormente, estuvo destinado como secretario de embajada en París (1825), Copenhague (1827) y Berlín (1829). A su vuelta a España participó en la persecución de las partidas liberales de Francisco Espoz y Mina en Navarra y ascendió a brigadier. A pesar de haber sido uno de los máximos defensores del absolutismo, aceptó la misión que le encomendó la reina María Cristina de Borbón poco antes de la muerte de Fernando VII: vigilar al pretendiente Carlos María Isidro de Borbón durante su estancia en Lisboa. En lo sucesivo, Fernández de Córdova se mostró fiel a la regencia de Cristina.
En 1834, poco después de iniciada la I Guerra Carlista (1833-1840), Fernández de Córdova retornó a España y se integró en el Ejército isabelino, en el que estuvo bajo las órdenes de José Ramón Rodil, Espoz y Mina y Jerónimo Valdés. En 1835 fue nombrado general en jefe del Ejército del Norte, con el que obtuvo ese mismo año la importante victoria de Mendigorría, por la que fue ascendido a teniente general (a título póstumo se le otorgaría el marquesado de Mendigorría, que pasó a su hermano Fernando Fernández de Córdova).
El triunfo de Mendigorría, si bien no supuso una acción decisiva para el transcurso de la guerra, sí contribuyó a aumentar la división entre los mandos carlistas, ya que los errores tácticos cometidos por Vicente González Moreno agudizaron el enfrentamiento que éste mantenía con Rafael Maroto, por lo que el pretendiente Carlos María Isidro de Borbón decidió destituir a ambos. Un amplio sector de los liberales consideró que el éxito de Fernández de Córdoba había sido incompleto y le acusó de no haber sabido aprovechar el éxito de Mendigorría, por lo que se le culpó de connivencia con los absolutistas y de llevar a cabo una mala gestión de los caudales del Ejército, hechos que impulsaron al Gobierno presidido por Juan Álvarez Mendizábal (1835-1836) a substituirle en 1836 por el general Baldomero Espartero al mando del Ejército del Norte.
Poco después, en julio de 1836, se produjo la sublevación de los sargentos de La Granja, que supuso el restablecimiento de la Constitución de 1812. La obligatoriedad de jurar la carta magna determinó su marcha a Francia, donde publicó una Memoria justificativa (1837) en la que exponía las razones que le habían conducido a tomar esa decisión, así como su actuación en el conflicto carlista. En 1837 volvió a España al ser elegido diputado, y colaboró con el general Ramón María Narváez en el fallido pronunciamiento de Sevilla (1838), circunstancia que le obligó a exilarse en Lisboa, donde permaneció hasta su muerte.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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