Ervigio
Rey de los visigodos (680-687). Hijo del noble bizantino Ardabasto y de una sobrina del rey Chindasvinto, fue acogido en la corte del rey Wamba, de quien fue favorito; sus ansias de poder, sin embargo, le llevaron a desacreditar e incapacitar al rey, aprovechando su debilidad. Ya en el trono, Ervigio intervino en los concilios de Toledo, los cuales convirtió en asambleas del reino que legislaban a favor suyo y de sus sucesores. En líneas generales, el reinado de Ervigio significó el completo fracaso de la política centralista y antinobiliaria de Wamba.
Retrato imaginario del rey visigodo Ervigio
Según relata la Crónica de Alfonso III, en el año 680 Ervigio administró al rey Wamba una droga que le dejó inconsciente, y en tal estado le hizo imponer la tonsura penitencial, lo cual lo incapacitaba como rey. Apenas una semana después, con el apoyo del obispo Julián, Ervigio se hizo coronar por el XII Concilio de Toledo, iniciando así su reinado. De la legislación aprobada en el Concilio se desprende que Ervigio se apoyó en la Iglesia para reforzar su poder, hecho también corroborado por la inclusión de símbolos religiosos en sus monedas. Procuró asimismo consolidar su situación acordando el matrimonio de su hija Cíxilo o Cixilona con Égica, sobrino de su antecesor, con lo que obtuvo el apoyo de la facción nobiliaria opuesta.
Ervigio promulgó un corpus de veintiocho leyes en contra de los judíos, quienes quedaron sometidos a un régimen especial de vigilancia, a modo de libertad vigilada. Se les prohibió tener esclavos cristianos, realizar proselitismo y ocupar puestos de mando, y se les impuso el bautismo obligatorio; de la ejecución de esta legislación se encargó a los obispos. Estas medidas antijudías coincidieron en el tiempo con una fuerte radicalización de las tensiones sociales, producto de una serie de malas cosechas. La crisis condujo a Ervigio a condonar, en el 683, los tributos directos en especie anteriores al primer año de su reinado que permanecían sin satisfacer, y a condenar los excesos cometidos por la nobleza contra los campesinos.
El reinado de Ervigio se desarrolló en un marco de avanzada feudalización. Para asegurarse el reclutamiento del ejército, Ervigio modificó la ley militar de Wamba, con el fin de mantener la fidelidad de los señores feudales que poseían importantes clientelas armadas. Los siervos fueron obligados a movilizarse ante el peligro interno o externo; los señores tuvieron que acudir con la décima parte de sus siervos armados y, además, se mantuvieron las penas para los que no acudiesen a la convocatoria: si era gardingo, sería condenado al exilio y confiscadas sus propiedades, y si era de condición inferior, sería flagelado y decalvado y debería satisfacer una multa consistente en una libra de oro o, en otras ocasiones, podía pasar a ser esclavo del rey. Por esta misma ley se establecía que la jefatura del ejército correspondía, además de al propio rey, a los duces y comités, quedando las huestes compuestas por los gardingos, thiufados, compulsores (encargados del reclutamiento) y por los quingentarii, centenarii y decani, que eran subordinados de los thiufados.
Durante la celebración del XIII Concilio de Toledo (683), Ervigio presentó una amnistía política completa a los que habían participado durante el reinado de Wamba en la rebelión de Paulo (672-673) y a sus descendientes, devolviéndoles el derecho a testar y los bienes confiscados; sin embargo, la asamblea conciliar exigió a Ervigio la extensión de esta política permisiva a todos los caídos en desgracia desde el reinado de Chindasvinto. Por medio de la redención de deudas fiscales, de la exclusión de los siervos y libertos de los cargos palatinos y del reconocimiento de la primacía de la sede toledana, Ervigio intentó ganarse los favores de la nobleza, del clero y del pueblo en general.
En esta misma asamblea decretó que, salvo en caso de evidente culpabilidad, los eclesiásticos, optimates y gardingos no podían ser privados de su dignidad, ni encarcelados, ni torturados, ni expropiados sus bienes, y además, como derecho, tenían que ser juzgados por sus iguales. El estamento nobiliario consiguió a través de estas medidas la institucionalización de su situación privilegiada ante la ley. Gracias a otra ley, los llamados siervos idóneos fueron valorados en cien sueldos. Se mantuvo la morgengabe (dote germánica entregada por el esposo a la esposa), pero se dispuso que la dote de la alta nobleza no podía superar la cuantía máxima de mil sueldos.
Durante el reinado de Ervigio se repararon las murallas y el puente de Mérida (Badajoz). En el XIV Concilio de Toledo (684), reunido de forma extraordinaria a instancias del metropolitano de Toledo, Ervigio secundó la postura de condena tomada en el II Concilio de Constantinopla (680-681) con relación al conflicto de la herejía del monotelismo. Según una de las crónicas medievales, al final de su reinado se produjo el fracasado desembarco de una expedición omeya en las costas levantinas, lo que explicaría el intento visigodo de reforzar el enclave del Estrecho de Gibraltar. El 14 de noviembre de 687, ante la alta nobleza, Ervigio nombró sucesor a Égica y al día siguiente, antes de morir, absolvió a los nobles del juramento de fidelidad que le habían prestado.
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Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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