Juan de la Cueva
(Juan de la Cueva de Garoza; Sevilla, hacia 1543 - Granada, 1612) Dramaturgo y poeta español. Su obra dramática adaptó al teatro español la tradición clásica y fue precursora del teatro nacional de Lope de Vega. Es autor de una obra poética de corte petrarquista y de obras épico-narrativas (Conquista de la Bética, 1603). Escribió dramas de tema clásico (La muerte de Virginia y Apio Claudio) e histórico y nacional (Los siete infantes de Lara, La muerte del rey don Sancho). También es autor de comedias novelescas como El infamador (1581), en cuyo protagonista se ha podido ver un primer antecedente del personaje de Don Juan.
Juan de la Cueva
Apreciado en su época y casi olvidado después, Juan de la Cueva sería valorado por la crítica literaria moderna como una de las figuras clave en la transición al teatro de Lope de Vega. No son muchos los datos seguros que se poseen sobre la vida de este literato sevillano que, adscrito al grupo que gravitó alrededor de Fernando de Herrera, ocupó un lugar discreto en el ambiente literario de finales del siglo XVI. Nacido en Sevilla, debió de permanecer en la ciudad durante su juventud, asistiendo a las diferentes tertulias que se celebraban en casa de conocidos e importantes humanistas como Juan de Mal Lara o Diego Girón, y participando activamente en el mundillo poético de la ciudad con composiciones de carácter petrarquista en que reflejó apasionados amores juveniles.
En 1574 emprendió un viaje a América; vivió en México con su hermano Claudio, que había obtenido un puesto eclesiástico, hasta 1577, año en el que retornó a España. Inició entonces en Sevilla su carrera como dramaturgo, y en pocos años escribió, estrenó y publicó sus piezas teatrales. Tras una estancia en Aracena y una supuesta vuelta a su ciudad natal, se trasladó a Cuenca, donde residía ya su hermano, permaneciendo allí al menos desde 1607 a 1609; finalmente se estableció junto a su hermana Juana en Granada, donde falleció en 1612.
El teatro de Juan de la Cueva
Las obras de teatro de Juan de la Cueva se representaron en Sevilla entre los años 1579 y 1581. Dos años después vio la luz en la misma ciudad la Primera parte de las comedias y tragedias (1583), edición de la que se conserva un único ejemplar en la Biblioteca Nacional de Viena, y de cuyo éxito no es posible dudar desde el momento en que consta documentalmente que, en 1584, se le concedió licencia para una segunda edición que aparecería en 1588, con correcciones y añadido de argumentos. Unos años después, en 1595, Juan de la Cueva dio un poder a Antonio Ximénez de Urrea y a Diego Días para que en su nombre hiciesen la solicitud de licencia de impresión de otro volumen titulado Segunda parte de las comedias y tragedias, que no se sabe si se llegó a publicar.
Las cuatro tragedias y diez comedias contenidas en la Primera parte de las comedias y tragedias suelen clasificarse en tres grupos. En primer lugar, las tragedias clásicas de tema grecolatino como La muerte de Áyax Telamón sobre las armas de Aquiles, La muerte de Virginia y Apio Claudio y La libertad de Roma por Mucio Cévola, basadas en Ovidio, Virgilio y el historiador Tito Livio.
En segundo lugar, los dramas de tema histórico nacional, en su mayoría ambientados en la Edad Media y en el mismo ámbito legendario que el Romancero, como es el caso de Los siete infantes de Lara, La muerte del rey don Sancho y Libertad de España por Bernardo del Carpio, aunque también puede aparecer la historia reciente, como en El saco de Roma y muerte de Borbón, sobre el saqueo de la ciudad papal por las tropas de Carlos V (1527). El tercer y último grupo lo forman las comedias novelescas de asunto inventado, como El viejo enamorado, La constancia de Arcelina y El infamador; en el protagonista de esta última, Leucino, se ha querido ver el primer antecedente de la figura de Don Juan.
La importancia literaria de Juan de la Cueva se fundamenta en el carácter innovador de su creación teatral. Seguidor del pensamiento humanista, Juan de la Cueva introdujo elementos técnicos y temáticos que preludiaron la dramaturgia de Lope de Vega. Aunque al parecer ignorado por Lope y sus seguidores, su teatro desarrolló una eficaz técnica dramática, estructuró las piezas en cuatro jornadas en lugar de los cinco actos clásicos, y perfiló las trazas de un teatro nacional al introducir temas del romancero y de la historia española. A pesar del estilo erudito y del sometimiento del verso del romance a la consonancia (que evitaba que los personajes hablasen en el metro popular de la juglaresca), Juan de la Cueva abrió la escena a los temas del romancero y a la incorporación de lo nacional español; de este modo logró que la tradición medieval se insertara en la modernidad renacentista y que el arte popular conviviera con el arte erudito como una concesión del artista al pueblo llano.
En el plano técnico, Juan de la Cueva rompió con las normas de origen clásico que habían mantenido vivas los preceptistas. Pensando que el teatro necesitaba una renovación acorde con los nuevos tiempos, una serie de elementos marcan en sus obras el fin de una determinada forma de hacer y entender los diferentes géneros dramáticos. Así, tanto en las comedias como en las tragedias, el autor procederá a la mezcla de personajes de rango social elevado con otros de nivel inferior, lo que estaba vetado por los preceptos; a la utilización de los nuevos metros de origen italiano en los diálogos entre los personajes y al uso continuado de la redondilla en oposición a la quintilla; y, principalmente, a la ruptura de una de las unidades fundamentales del teatro clásico, la de tiempo: el desarrollo de la acción ya no ha de ocupar obligatoriamente el espacio de un día, tal como marcaban los preceptistas, sino el necesario. Algunas de estas novedades serían posteriormente tratadas en su Ejemplar poético (1604), un texto de carácter teórico compuesto un año antes del conocido Arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega, quien recogerá y desarrollará las innovaciones del sevillano.
Obra poética
La poesía de Juan de la Cueva comprende obras que pueden encuadrarse en los variados géneros y tendencias poéticas que se desarrollaron a lo largo del Siglo de Oro. La corriente petrarquista está representada por las composiciones amorosas de juventud incluidas en las Obras de Juan de la Cueva (1582), en las que se dan los rasgos estilísticos propios de esta corriente y que forman prácticamente un cancionero al modo de Petrarca.
Cultivó asimismo la poesía épica en Coro febeo de romances historiados (1587), que demuestra la vigencia de una corriente de origen medieval como la romanceril a finales del XVI, y en Conquista de la Bética (1603), extenso poema culto en octavas reales que canta la reconquista de Sevilla por Fernando III de Castilla en 1248. Se le deben además composiciones de tipo alegórico (Viaje de Sannio, 1585), genealógico (Historia y sucesión de la Cueva, 1604), mitológico (Llanto de Venus en la muerte de Adonis, escrito hacia 1604) y burlesco (Cuatro libros de los inventores de las cosas, escrito hacia 1608). Por constar de tres epístolas escritas en tercetos encadenados se puede añadir a este apartado el citado Ejemplar poético (1606).
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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