Stephen Grover Cleveland

(Caldwell, 1837 - Princeton, 1908) Abogado y político estadounidense, vigésimo segundo y vigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos de América (1885-1889; 1893-1897); fue el primer y único presidente que ocupó dos veces el cargo sin ser reelegido, en dos momentos diferentes, con el intervalo de la presidencia del republicano Benjamín Harrison (1889-1893). Sus dos administraciones destacaron por su lucha contra la inflación, por el intento de no subordinar la política a los intereses del partido y por el reforzamiento de las atribuciones presidenciales en detrimento del Congreso, todo lo cual imprimió a su gestión un amplio sentido reformista. De estrictas convicciones liberales, Cleveland se abstuvo de interferir en la vida económica del país, favoreciendo a la gran industria y luchando contra el proteccionismo imperante. En cuestiones internacionales, fue un fiel exponente de la Doctrina Monroe.


Grover Cleveland

Miembro de una modesta familia, su padre, ministro presbiteriano de la iglesia local, se trasladó en 1841 a la pequeña localidad de Fayetteville (Nueva York), y después a Clinton, en el mismo estado, localidades en las que el joven Cleveland cursó sus estudios elementales y de primaria. Tras el fallecimiento de su padre en 1853, y debido a los escasos recursos familiares, decidió trasladarse a Buffalo, donde un tío suyo le persuadió para que aceptase un empleo como administrativo en un bufete de abogados.

Cleveland se entusiasmó enseguida con el mundo de la abogacía y la jurisprudencia. En 1858 terminó la carrera de derecho y, gracias a su buen hacer en la profesión, en 1863 fue nombrado fiscal suplente del condado de Eire, para en 1870 alcanzar el puesto de jefe de la policía de la misma localidad. El prestigio de Cleveland, forjado en una lucha continua por introducir reformas y por abolir las habituales prácticas corruptas en la política municipal, provocaron que los demócratas del estado le postulasen para la alcaldía de Buffalo, la cual obtuvo en 1881 gracias a un programa audaz, progresista y sobre todo reformista, a pesar de la gran tradición republicana de que gozaba la ciudad.

Con el apoyo masivo de los electores, Cleveland reorganizó todas las dependencias bajo su cargo, borró de un plumazo el escandaloso sistema de cohechos y pago de prebendas con puestos políticos y aplicó un programa rígido de recortes presupuestarios con el que consiguió eliminar una gran cantidad de gastos superfluos o poco relevantes y saneó las maltrechas arcas municipales.

El tremendo éxito de su gestión municipal y la honestidad manifiesta en su modo de actuar indujeron al Partido Demócrata estatal a presentarle como candidato para las elecciones a gobernador de Nueva York en 1882, en las que se enfrentaría al candidato republicano Charles J. Folger, a la sazón secretario del Tesoro del presidente Chester Alan Arthur (1881-1885), al que Cleveland derrotó sin paliativos con un amplio margen de votos.

Su ya proverbial honestidad, la independencia que manifestó nada más llegar al cargo y el paquete de reformas que pretendía llevar a cabo en el estado, que estaba aquejado por los mayores índices de corrupción política de todo el país, tanto republicana como demócrata, le enfrentaron a la plana mayor de su propio partido en Nueva York, dirigido por Tammany Hall, circunstancia que no impidió que los dirigentes nacionales del partido vieran en él a la única persona capaz de ganar la presidencia para los demócratas y arrebatar el monopolio de la misma a los republicanos, que la ostentaban desde el comienzo de la Guerra de Secesión, en 1861.

La Convención Nacional de los demócratas, celebrada a mediados de 1884, eligió a Cleveland como candidato presidencial, quien se aprovechó de las profundas disidencias surgidas en el seno del Partido Republicano. El candidato republicano, James G. Blaine, se tuvo que enfrentar a la secesión de un importante grupo de republicanos independientes y reformistas, los mugwumps (votantes independientes), que anunciaron su apoyo incondicional a Cleveland. En este nutrido grupo de disidentes republicanos estaban políticos de la talla de Schurz, Godkin y un joven y prometedor político neoyorquino llamado Theodore Roosevelt, futuro presidente entre 1901 y 1909. Cleveland venció por un estrecho margen de 23.000 votos (de una total de diez millones) y fue elegido presidente de los Estados Unidos de América.


Grover Cleveland en una imagen de 1903

Nada más jurar su cargo el 4 de marzo de 1885, Grover Cleveland emprendió la política de reformas de la administración prometida en la campaña electoral, tímidamente iniciada por su predecesor en el cargo, Chester Alan Arthur. Consistía en evitar la concesión de cargos y puestos políticos entre sus partidarios más cercanos, como era práctica común, y culminaba con la derogación de una serie de leyes anteriores, como la Pendleton Act, que limitaba bastante la capacidad y el derecho del presidente para despedir a los funcionarios federales sin el previo consentimiento del Senado. Conminado por las Cámaras a dar explicaciones, Cleveland se negó, alegando la protección de la propia Constitución, que exoneraba al presidente de dar explicaciones o de excusarse sobre ciertas materias llevadas a cabo por su gabinete.

Aunque al final Cleveland se tuvo que plegar a la llamada "lealtad del partido", favoreciendo a sus correligionarios con la distribución de dos tercios de los puestos federales reservados, la presión política no pudo debilitar su determinación de proporcionar un gobierno honrado y, sobre todo, ahorrativo y parco en el gasto. En esa misma línea, Cleveland obligó a los intereses madereros, ferroviarios y ganaderos del Oeste a que restituyeran un total de treinta y dos millones y medio de hectáreas a las que no tenían derecho. También provocó la cólera del grupo de presión más poderoso de los Estados Unidos, The Grand Army of the Republic (El Gran Ejército de la República), al hacer un escrupuloso escrutinio de todos los proyectos de ley sobre las pensiones privadas, en beneficio de los soldados que participaron en la pasada guerra civil y vetando las que parecían fraudulentas, lo que comprendía la gran mayoría de ellas.

Este tema alcanzó su máxima tensión cuando Cleveland vetó el Proyecto de Ley Sobre la Pensión Dependiente aprobado por el Senado, que establecía pensiones para todos los soldados unionistas licenciados con honor que sufrieron alguna discapacidad, alegando que dicha pensión serviría de refugio perfecto para el fraude manifiesto. También se negó a firmar cualquier regulación federal de los negocios vetando la Ley Sobre el Comercio Interestatal de 1887. Su pasión por el ahorro le llevó en ocasiones a practicar una política mezquina y poco moral, como cuando se opuso a que el Congreso concediera una insignificante asignación de diez mil dólares para aliviar a granjeros de Texas golpeados por una terrible sequía.

La última actuación decisiva de Grover Cleveland en su primer período presidencial fue la referente a la reducción de los elevadísimos aranceles proteccionistas sobre los productos importados, decisión valiente que acabó por costarle la reelección, pero que llevó al Congreso convencido de que tales aranceles sólo alentaban la formación de los trust y la producción de unos excedentes en los ingresos que fomentaban el gasto público, el despilfarro y la tendencia a deprimir la economía al retirar el dinero de la circulación.

Antes de que culminase su primer mandato, Grover Cleveland contrajo matrimonio, en 1886, con Frances Folsoem, de tan sólo 28 años de edad, en una ceremonia muy íntima celebrada en el Despacho Azul de la Casa Blanca, convirtiéndose en la primera dama más joven de toda la historia del país. En las elecciones presidenciales de 1888, los demócratas volvieron a postularle para la presidencia, pero Cleveland fue derrotado por el candidato republicano Benjamín Harrison, que ganó también por un estrechísimo margen de votos, gracias al apoyo de última hora de los estados más indecisos.

Sin llegar a retirarse del todo de la política, Cleveland volvió a Nueva York para dedicarse a la abogacía. La presidencia de Harrison llevó a cabo una serie de planes para fomentar la industria, realizó un plan de reorganización de las fuerzas armadas y de la administración y acogió a seis nuevos estados en la Unión, pero no pudo parar el incremento de los precios de los bienes de consumo ni el descontento de la población por la tarifa proteccionista, la Ley Sherman, aprobada en 1890, circunstancia que propició la vuelta a la arena política de Cleveland, quien volvió a ser nominado candidato para la presidencia en las elecciones de 1892 y derrotó, también con un estrecho margen de votos, a Benjamín Harrison y a James B. Weaver, candidato de un tercer partido en liza, el Partido del Pueblo, que reclamaba un mayor control gubernamental de la economía del país.

Nada más tomar posesión de la segunda presidencia, Grover Cleveland se tuvo que enfrentar a la depresión económica más larga y peor de la historia del país hasta ese momento. Miles de firmas comerciales fueron a la bancarrota, cientos de bancos cerraron sus puertas y uno de cada seis ferrocarriles quebró. En el invierno de 1893-94, el índice de desempleados había ascendido a 2,5 millones.

Firme defensor del dinero en metálico, Cleveland pidió al Congreso la revocación de la Ley Sherman sobre la compra de la plata, concebida para estimular la industria de la plata en el Oeste y que obligaba al Gobierno a comprar 4,5 millones de onzas de plata al mes, ocasionando una gran demanda de las reservas de oro del Tesoro Público al tiempo que depreciaba el valor de la plata. Cleveland logró el visto bueno del Congreso para derogar la polémica ley, pero perdió el apoyo de los demócratas del sur y del oeste, liderados por el congresista de Nebraska, William Jennings Bryan, favorable al bimetalismo y a la acuñación libre de monedas de plata.

En un intento por restablecer las reservas de oro, el presidente ordenó al Tesoro Público la compra de oro pagándolo con emisión de bonos del Estado. Pero cuando este mecanismo falló, se dirigió a un consorcio bancario de Nueva York, encabezado por los banqueros J. P. Morgan y August Belmont, con los que concertó un préstamo de 62 millones de dólares con unos intereses muy altos que logró dar tiempo suficiente al Gobierno para negociar un empréstito público que puso fin a la crisis, a comienzos de 1896.

Cleveland sufrió una aguda derrota en su intento por contrarrestar la Tarifa McKinley, la cual imponía unos aranceles altísimos para bastantes productos importados del extranjero con el objeto de proteger la industria y los productos nacionales, pero que a la larga lo único que había conseguido fue perjudicar a otras industrias necesitadas de materiales extranjeros. El Congreso aprobó un proyecto de ley que establecía una rebaja considerable de los derechos, pero los proteccionistas más radicales del Senado lo enmendaron de tal modo que, en su formulación definitiva como Ley Arancelaria Wilson-Gorman, de 1894, apenas se distinguía de la Tarifa McKinley.

En pleno período de la depresión, Cleveland solventó de un modo muy violento la huelga de 1894, dirigida por el líder sindical ferroviario Eugene V. Debs, de la Compañía Pullmann, fabricante principal de coches-cama, enviando tropas federales a Chicago para restablecer el orden por la fuerza. Lo mismo ocurrió con la marcha de desempleados del mismo año, organizada por el próspero hombre de negocios de Ohio, Jacobs S. Coxey, quien consiguió aglutinar a unos 500 seguidores que se encaminaron a Washington en demanda de trabajo, seguridad y protección del Gobierno para los desempleados de todo el país.

En Washington, la manifestación fue reprimida con una inusitada violencia, siendo detenidos los principales cabecillas de la marcha, acusados de entrar ilegalmente en el Capitolio. Ambas medidas demostraron las pocas simpatías de Cleveland por los huelguistas y por los desempleados, además sacar a relucir su escasa capacidad para promover una recuperación económica deseada por todos los estamentos sociales y políticos del país.

Todo este cúmulo de circunstancias provocó en el seno del Partido Demócrata una profunda escisión entre los partidarios de Cleveland y los de Bryan, pulso que acabó ganando el segundo, ya que la Convención Nacional de los demócratas acabó nombrándole candidato presidencial para enfrentarse al candidato republicano en las presidenciales, el gobernador de Ohio William McKinley, acérrimo defensor del patrón oro. Bryan fue derrotado por McKinley en las elecciones celebradas a finales de 1896.

En cuanto a la política exterior, Cleveland defendió la neutralidad del país y se opuso a las ideas expansionistas y colonialistas que dominaban a la gran mayoría de la clase política estadounidense, tanto demócratas como republicanos: vetó el tratado de anexión de las islas Hawaii como un nuevo estado de la Unión negociado por el anterior presidente; rehusó apoyar a los insurgentes cubanos contra el Gobierno español, a pesar de mostrar públicamente su adhesión a la causa insurgente; no protestó por la ocupación de Nicaragua por parte de las tropas británicas, en abril de 1895, aunque sí obligó al Gobierno británico a llegar a un acuerdo conciliador con el Gobierno venezolano en relación a los límites territoriales de la Guayana Británica haciendo uso de la Doctrina Monroe.

Cleveland se retiró de la política activa y fijó su residencia en Princeton, en cuya universidad estuvo dando conferencias durante varios cursos seguidos, entre 1901 y 1908. Entre su producción literaria destaca Presidential problems (Problemas presidenciales), escrita en 1901, y una recopilación de sus mejores discursos y pensamientos políticos recogidos en el título Writings and Speeches (Escritos y discursos), recopilados en 1892.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].