Edward Hallett Carr

(Londres, 1892 - Cambridge, 1982) Historiador y diplomático británico. Miembro de la carrera diplomática (1916-1940), pasó después a dedicarse al estudio y la enseñanza de la historia. De entre sus obras cabe destacar su monumental Historia de la Rusia soviética (1950-1978).


Edward H. Carr

Tras cursar estudios superiores en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, Edward Carr inició su carrera diplomática en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Al terminar la contienda formó parte, junto a su compatriota y también historiador Arnold Toynbee, de la delegación británica en la Conferencia de Paz que dio como resultado el Tratado de Versalles (1919).

A mediados de la década de 1920 fue destinado a Riga (Letonia), desde donde contactó con la cultura y la política rusas. En 1930 se le nombró asesor en la Sociedad de Naciones. En 1936 realizaría su primera incursión en la vida académica como profesor de política internacional en la Universidad de Cardiff.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue nombrado director de la Oficina de Publicidad en el Ministerio de Información y entre 1941 y 1946 ocupó el cargo de subdirector en el diario londinense The Times, desde cuyas páginas haría públicas sus críticas al idealismo de la política estadounidense a la conclusión del conflicto. Terminada la guerra regresó de forma definitiva a la vida académica, consagrando su actividad en exclusiva a su quehacer histórico desde centros tan prestigiosos como el Balliol College, en la Universidad de Oxford, y el Trinity College.

En su pensamiento historiográfico, cuya formulación culminaría con la publicación de su obra ¿Qué es la historia? (1961), E. H. Carr postuló la necesidad de superar el positivismo historicista decimonónico, subrayando la constante interacción entre el cronista y los datos históricos. La historia, en su opinión, es “un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado”. En este permanente diálogo el historiador es, en sí mismo, un producto de la sociedad en que vive y, en última instancia, de la historia.

Su legado historiográfico más eminente fue su monumental esfuerzo de investigación sobre la Rusia revolucionaria, tarea en la cual se embarcó sin descanso desde la década de 1950. Desde la publicación de su primer volumen sobre la Historia de la Rusia soviética en 1950, once tomos organizados en cuatro periodos (1917-1923, 1923-1924, 1924-1926 y 1926-1929) completarían la obra, cuyos últimos volúmenes elaboró junto a R. W. Davies. Esta línea de investigación se vería enriquecida con la publicación de otros trabajos como 1917. Antes y después (1968) y La revolución rusa: de Lenin a Stalin, 1917-1929 (1979).

De gran repercusión en el estudio y la comprensión de la historia de las relaciones internacionales del periodo de entreguerras fueron sus obras International Relations since the Peace Treaties (Relaciones internacionales desde los tratados de paz) y The Twenty Year's Crisis, 1919-1939 (La crisis de los veinte años, 1919-1939), publicadas en 1937 y 1939, respectivamente, y en las cuales dirigió, desde una apreciación realista, una contundente crítica hacia el espíritu utópico que había determinado la política exterior británica en aquel periodo.

Por último, se puede distinguir otra línea de trabajo que caracterizaría los primeros años de su producción historiográfica en el género biográfico, a través de los estudios de figuras como Dostoievski (1931), Los exilados románticos (1933), Karl Marx (1934) o Bakunin (1937).

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].