Juan Caramuel
(Juan Caramuel Lobkowitz; Madrid, 1606 - Vigevano, actual Italia, 1682) Matemático español. Filósofo, teólogo y moralista, desempeñó altos cargos religiosos. Llevó a cabo una ingente tarea intelectual, materializada en más de doscientas obras, algunas de gran curiosidad, como la Mathesis Audax (1642) y su Cursus Mathematicus, verdadera enciclopedia científica de su época. Realizó originales aportaciones en el campo de las bases no decimales y en el del cálculo logarítmico.
Juan Caramuel
Juan Caramuel ingresó muy joven en la orden cisterciense y, tras estudiar filosofía y teología en Alcalá de Henares y en Salamanca, ejerció la docencia en diversos colegios de la congregación. Posteriormente se trasladó a Portugal y al cenobio de Dunas (Bélgica). En este último destino gozó de la protección del cardenal-infante Fernando de Austria, el gobernador de los Países Bajos.
Doctorado por la Universidad de Lovaina (Bélgica), en la que obtuvo en 1638 una cátedra de teología, ocupó la abadía titular de Melrose (Escocia) y la Vicaría General del Cister en el Reino Unido. Felipe IV de España le nombró abad de San Disibodenberg (Palatinado, Alemania) y le envió como embajador a la corte del emperador Fernando III de Habsburgo, quien, a su vez, le honró con los cargos de abad superior de los benedictinos de Viena y vicario general de Praga, además de abad del convento de Montserrat-Emaús de esta última ciudad.
En Praga desarrolló una considerable actividad apostólica; se le atribuyen numerosas conversiones de reformados. Como anteriormente en Lovaina contra los franceses, en 1648 contribuyó a la defensa de Viena y Praga frente a los ataques de las tropas suecas mediante la aplicación de sus conocimientos matemáticos a la estrategia militar. Obispo de Rosas y Konigsgratz (Bohemia) y arzobispo de Otranto (Italia), en 1657 fue llamado a Roma por el papa Alejandro VII acusado de promover el laxismo moral. En Italia fue obispo de Campania y de Vigevano, ciudad esta última donde residió hasta su muerte.
La vida de Caramuel transcurrió casi en su totalidad fuera de España, lo cual le permitió desarrollar su obra con independencia, así como estar en contacto con las principales corrientes del pensamiento europeo de la época. Su estancia en Lovaina coincidió con la publicación del Agustinus de Jansenio y, a partir de aquel momento, se convirtió en uno de los principales detractores del jansenismo. Al rigorismo ético de este movimiento opuso una defensa radical del probabilismo, por la cual fue titulado princeps laxitorum y se le acusó de vulnerar los dogmas de la ortodoxia católica.
Como humanista reaccionó contra el aristotelismo (aunque sin romper totalmente con la escolástica), aplicó métodos aritméticos y geométricos a todas las cuestiones que se le plantearon y abogó por la demostración experimental. Se mostró ecléctico al declararse contrario a toda servidumbre respecto a una escuela filosófica y a favor de descubrir lo que de verdadero tenía cada doctrina, fuera estoica, platónica, epicúrea o aristotélica.
Deseoso de renovar las ciencias y las artes, usó con frecuencia neologismos y fue uno de lo primeros en adoptar el término “ontosofía” para designar a una ciencia que se ocupa del ente como tal (a diferencia del modo como de él se ocupan el resto de las disciplinas, incluida la metafísica), y elaboró con detalle sus principios ontológicos y metodológicos. En lo referente a la lógica se preocupó por las cuestiones formales y abogó por una nueva ciencia que se ocupara del ámbito que separa la gramática de la lógica, a la cual llamó “gramática especulativa”. A partir de ella pretendía crear un sistema, al estilo luliano, que basado en las palabras (gramática), continuara con la filosofía y culminara con la teología.
En física no realizó innovaciones, pero, al acoger las teorías experimentales de los modernos, se situó en la vanguardia de la ciencia española de la época. Sus presupuestos son de carácter cartesiano: acepta el mecanicismo, rechaza las formas substanciales y admite los modos de la extensión y las cualidades de los cuerpos. Sus principales aportaciones se desarrollaron en el ámbito de las matemáticas, al ser el primer español en publicar unas tablas de logaritmos y elaborar una teoría de los “logaritmos perfectos” que prefigura en muchos aspectos el cálculo de cologaritmos.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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