Luis Britto García
(Caracas, 1940) Escritor venezolano. Luis Britto García fue el enfant terrible de las letras venezolanas a comienzos de la década de 1970, cuando irrumpió en el mundo literario con Rajatabla, una serie de 73 relatos breves (ferozmente satíricos y burlones y centrados en la situación política venezolana) que le valió ese año el Premio de Cuento Casa de las Américas. Posteriormente, y a raíz de la publicación de su densa novela Abrapalabra, Britto García pareció orientarse hacia el experimentalismo y el juego con el lenguaje, sumándose a una tradición ya canónica inaugurada por James Joyce. Sin embargo, este narrador versátil y talentoso nunca renunciaría a su gran proyecto: analizar la degradada realidad política y social de su país, utilizando para ello una rica panoplia de herramientas metodológicas, que incluyen a la sociología, la historia, la economía y la lingüística.
Luis Britto García
Luis Britto se graduó en 1962 en derecho por la Universidad Central de Venezuela, en la que se jubilaría como titular de la cátedra de Historia del Pensamiento Político en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Aunque desarrolló una brillante carrera como docente e investigador y una parte de su copiosa bibliografía se inscribe en el marco de estas actividades, con títulos como Ciencia, tecnología y dependencia (1970) y El presupuesto del Estado (1988), Britto tuvo la inteligencia de no quedarse encerrado en la jaula de oro de la institución académica y la audacia de tender puentes entre su formación e intereses académicos y su práctica de escritor. Si el epíteto no estuviera tan cargado de connotaciones peyorativas, podría decirse que el suyo era un proyecto interdisciplinario. Fue en este terreno, en cualquier caso, donde forjó sus herramientas y halló su registro de voz como escritor.
La facilidad para manejarse con soltura en los más variados géneros es una de sus señas de identidad como autor. El cuento, la novela, el teatro, la narración histórica, el guión cinematográfico, el ensayo y la crítica cultural eran sus terrenos de juego predilectos. Hablar de juego en este caso no es una facilidad de estilo; la impresión que deja en el lector cualquiera de sus textos es la de asistir a un espectáculo en el que aparecen combinados los juegos de azar, la prestidigitación y el circo. Su mayor logro consiste en haber bajado a la literatura venezolana de sus coturnos y haber convencido a los lectores de que la escritura puede ser simultáneamente creación y destrucción de universos, interpretación del pasado a la luz del presente y del presente a la luz del pasado, recuperación del argot y las hablas coloquiales en el ámbito prestigioso de lo literario y fundación de lo literario por la sola fuerza de los juegos de lenguaje.
Abrapalabra (1981) es una novela deslumbrante y una proeza irrepetible. En el contexto de la literatura venezolana ocupa un lugar comparable al de Rayuela, de Julio Cortázar, en el de la literatura argentina. Laboratorio de formas y técnicas narrativas, ofrece un impresionante catálogo de los lenguajes populares y cultos de la Venezuela de su momento, una suerte de foto instantánea de los estratos lingüísticos del país. Fragmentos de Abrapalabra han dado origen a dos adaptaciones cinematográficas, con sendos guiones del propio autor: Muerte en el paraíso (1981) y Carpión milagrero (1985), ambos largometrajes dirigidos por Michel Katz.
Antes de Rajatabla, que lo dio a conocer y lo hizo tremendamente popular, Britto había publicado un volumen de relatos, Los fugitivos y otros cuentos (1964). Pero el registro narrativo del cuento tradicional acabó siendo un corsé demasiado estrecho para un escritor que buscaba el mestizaje de todos los géneros y registros. Mucho más sensible a la voz proferida que a la palabra escrita, era lógico que Britto probara suerte con el teatro. Y la obtuvo. Su primera obra para escena, Venezuela tuya (1971), fue un gran éxito de público tras su estreno en Caracas. Con lucidez, sin amargura y mucho sentido del humor, Britto pasa revista en ella a los clichés culturales impuestos a la realidad del país por el discurso oficial. El título de la obra retoma el lema con el que la Corporación Nacional de Turismo promovía en el exterior la imagen idílica de una Venezuela concebida como paraíso tropical, con playas de blancas arenas e innumerables cocoteros, pobladas por sensuales bellezas semidesnudas. Cuatro años después, con El Tirano Aguirre, obtuvo el Premio Municipal de Teatro.
Desde la década de 1980 Britto se centró sobre todo en el ensayo. Son notables sus estudios sobre el populismo: La máscara del poder: del gendarme necesario al demócrata necesario (1988) y El poder sin la máscara: de la concertación populista a la explosión social (1990). En 1991 publicó El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad, donde expone el fruto de años de investigaciones sobre los fenómenos contraculturales. Comprometido con el proceso político iniciado en Venezuela en 1999, Britto García desplegó una intensa actividad ensayística y periodística a favor del gobierno de Hugo Chávez. De este empeño dan cuenta títulos como Conciencia de América Latina. Intelectuales, medios de comunicación y poder (2002) y Venezuela: investigación de unos medios por encima de toda sospecha (2003), en el cual criticó el papel de los medios de comunicación privados durante los hechos del 11 al 13 de abril de 2002. Con este último libro obtuvo el premio de ensayo Ezequiel Martínez Estrada 2005, otorgado en Cuba.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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