Alejandro Amenábar
(Santiago de Chile, 1972) Cineasta español. Aunque Alejandro Amenábar nació el 31 de marzo de 1972 en la capital chilena, sólo residió en su ciudad natal hasta agosto del año siguiente, cuando sus padres, dos semanas antes del golpe de estado de Augusto Pinochet, decidieron emigrar a España y se instalaron en Madrid.
Con el año y medio de edad que tenía al dejar Chile, el conocimiento de su tierra tuvo que formarse a través de las referencias, el acento y las costumbres de sus mayores. Estos y otros indicios de su identidad, que cobraron formas más definitivas en sus posteriores viajes a Chile para presentar sus películas, hicieron que mantuviese su doble nacionalidad, no obstante sentirse y declararse español. Y si bien parece poco probable que haga cine político, dado el estilo de su filmografía, no descarta rodar en el futuro una película sobre aquellos funestos acontecimientos que cambiaron la historia de su país el 11 de septiembre de 1973.
Alejandro Amenábar
Apasionado por las imágenes, más que por los juegos infantiles, el niño Amenábar ocupaba su tiempo libre entre cintas de vídeo. Vio decenas de veces su película favorita, 2001: una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, algo que seguramente lo vincula a algunos compañeros de generación, aunque en su caso existía una peculiaridad: para Amenábar, las imágenes eran indisolubles de la música de fondo.
Una apreciación que le aficionó a las bandas sonoras, lo convirtió en coleccionista y le orientó más tarde a la composición musical y a la convicción de que, si no fuera director de cine, sería músico. De hecho, con su Macintosh, un secuenciador multipistas, un teclado, una mesa de mezclas y varios sintetizadores ha compuesto la música no sólo de todas sus películas sino también de Nadie conoce a nadie, de su amigo Mateo Gil, y La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda.
Suspenso universitario en realización
En 1990 inició sus estudios de imagen y sonido en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, pero ya entonces se sentía urgido por poner en marcha sus primeros proyectos como realizador, y así lo hizo, so pena de perder no pocas clases. Cuando casi le tocaba licenciarse, abandonó los estudios por culpa de un suspenso: la asignatura era precisamente realización.
Por entonces ya había rodado sus primeros cortometrajes, en los que no sólo ejerció de director, sino también como guionista, protagonista, autor de la banda sonora y montador: La cabeza (1991), que obtuvo el primer premio de la Asociación Independiente de Cineastas Amateurs (AICA), e Himenóptero (1992), cuya proyección en el Festival de Elche despertó los elogios de Bigas Luna y el interés de otro director, José Luis Cuerda, quien a partir de entonces ejerció de mecenas del joven realizador.
Amenábar en el rodaje de Mar adentro
Cuerda fue el productor del siguiente corto, rodado ya con mayores recursos técnicos y en 35 milímetros, Luna (1995), con el que Amenábar inició una práctica común a todos sus trabajos posteriores: la composición de la banda sonora. El filme prefiguraba su gusto por el cine de género y también el talento como narrador que decidió a Cuerda a financiar su primer largometraje.
Con tan sólo veintitrés años, un equipo de jóvenes actores hasta entonces desconocidos (excepción hecha de la protagonista, Ana Torrent), encabezado por los más tarde famosos Fele Martínez y Eduardo Noriega, y con un modesto pero bien aprovechado presupuesto, realizó Tesis (1996), en la que también tuvo cabida con un breve papel su «padrino» cinematográfico, en un perverso personaje inspirado en el profesor que lo suspendió en realización.
Esta ópera prima mostraba su dominio de la intriga en un tema tan morboso y macabro como el de las snuff movies (rodajes de asesinatos no fingidos), y pese a su excesivo metraje y a algún giro rocambolesco, tras su presentación fuera de concurso en el Festival de Berlín de 1996 inició una lenta pero contundente carrera comercial que la convirtió en el gran éxito del año del cine español, con un público cercano al millón de espectadores. A ello contribuyeron las ocho candidaturas a los premios Goya que otorga la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, de los que obtuvo siete, entre ellos los más importantes, como el de mejor película y el de mejor director novel.
Abre los ojos y Los otros, la confirmación
Era el momento de que el tándem Amenábar-Cuerda se pusiera manos a la obra para la realización de una segunda película, Abre los ojos (1997), un filme de presupuesto mucho más holgado y mayor ambición, de tratamiento más cercano a la ciencia-ficción que al thriller psicológico, y con un sorprendente diseño de producción.
La atmósfera enigmática de este filme fascinó al actor y productor Tom Cruise, quien compró los derechos para producir y protagonizar un remake que encargó al director Cameron Crowe. El resultado, Vanilla Sky (2001), no cubrió las expectativas, y las críticas fueron tan adversas como discretísima su carrera comercial a ambos lados del océano. Por el contrario, el original de Amenábar, sólo en España, llegó a duplicar las recaudaciones de su ópera prima, además de servirle de plataforma de lanzamiento internacional con su exhibición en los festivales de Berlín y Sundance, donde tuvo ocasión de descubrirlo el actor estadounidense.
Nicole Kidman en Los otros (2001)
En Los otros (2001), rodada con un presupuesto de más de 21 millones de euros, al contrario que en las anteriores, la historia no se articula en la ingeniosidad del desenlace, sino en la tensión generada y dosificada a lo largo del filme. Historia de fantasmas más sobrecogedora que terrorífica, mantiene con maestría su doble lectura de principio a fin, y la fácil identificación hitchcockiana en el aspecto y la composición del personaje de Grace (Nicole Kidman) como un remedo de la Grace Kelly que dirigiera Hitchcock, adquiere tintes de manifiesto homenaje al «maestro del suspense», y acaso pierde contundencia ante la aproximación más directa a la atmósfera y la trama de Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
Los otros, con actores británicos, la australiana Nicole Kidman como protagonista, equipo español y rodada en inglés en una mansión cántabra que figura situarse en la isla de Jersey, fue el primer caso en la industria española de una coproducción de estas características. Esto redundó en beneficio del filme, considerado norteamericano en Estados Unidos y español en España, con recaudaciones que superaron, respectivamente, los 100 millones de dólares y los 20 millones de euros en las primeras ocho semanas de exhibición.
En este sentido, el director no se desentiende de las influencias, al menos en lo que respecta a sus tres realizadores favoritos, y las adjudica no sólo al plano estilístico, sino a la manera en que cada uno de ellos se planteaba el cine: «En el caso de Hitchcock, está directamente relacionada con el suspense; en el caso de Kubrick, con la búsqueda de la mayor simplicidad y el punto de vista más preciso a la hora de contar algo, y en el caso de Spielberg, se coloca en la posición del espectador y hace la película que a él le gustaría ver».
Fotograma de Mar adentro (2004)
A juzgar por el éxito logrado, Amenábar parece haber hallado las dosis justas de estas premisas. Tras la espectacular trayectoria comercial por las salas de medio mundo, Los otros fue la gran vencedora en la ceremonia de la entrega de los Goya 2002, con ocho galardones, entre ellos los concedidos a la mejor película, al mejor guión original y al mejor director. Un director que ha dejado de ser el niño prodigio del cine español para convertirse, a sus treinta años, en un nombre sobresaliente entre los buenos realizadores de cine fantástico del panorama internacional.
Mar adentro, el Oscar
En el año 2004 Amenábar dio un nuevo giro a su producción con un título que supuso un acercamiento a la muerte (presente en todas sus películas desde una u otra perspectiva) de una manera completamente distinta. En septiembre de ese año presentó a la prensa Mar adentro, un filme que narra la vida de Ramón Sampedro, el tetrapléjico gallego que en 1998 puso fin a su vida, con ayuda de algunas personas cercanas, tras pasar confinado en la cama por un accidente más de treinta años.
Recibiendo el Oscar por Mar adentro (2004)
El papel de Sampedro, magistralmente interpretado por Javier Bardem, así como el de todos los actores que intervienen en el filme, fue muy alabado por la crítica. La película, de gran intensidad emocional, fue elegida para representar a España en la carrera por los Oscar de Hollywood y ha servido para retomar un tema tan polémico como la eutanasia en España. Amenábar recibió además el Premio Especial del Jurado de la Mostra de Venecia, el premio al mejor director en los Premios del Cine Europeo, celebrados en diciembre de ese mismo año en Barcelona; y el Globo de Oro a la mejor película extranjera.
Todos estos augurios se vieron refrendados en la XIX edición de los Premios Goya, donde el filme consiguió el récord de catorce estatuillas, al ganar catorce de las quince categorías en las que estaba nominada. También fue premiada en febrero de 2004 con el premio del cine independiente estadounidense, los Spirit Awards, a la mejor película extranjera. Pero sería en febrero de 2005 cuando la película recibiera el espaldarazo definitivo y pasara a convertirse en una de las películas más premiadas del cine español, tras conseguir el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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