Alfredo el Grande
(Wantagate, actual Reino Unido, 849-899) Rey de Wessex (871-899) considerado uno de los precursores de la unidad inglesa. Soberano de los sajones de Wessex, reino situado al sudoeste de Gran Bretaña, Alfredo el Grande consiguió detener las constantes incursiones de los daneses y promovió el desarrollo de la cultura anglosajona en Inglaterra. Sabio de amplia erudición, tradujo al anglosajón obras de San Agustín, Boecio y Gregorio Magno, entre otros. Aun no habiendo sido canonizado, es tradicionalmente venerado como santo; la festividad de San Alfredo el Grande se celebra el 26 de octubre.
Alfredo el Grande
Hijo del rey Ethelwulfo I, Alfredo el Grande subió al trono de Wessex sucediendo a su hermano Etelredo I, en abril de 871. Era aquél un período borrascoso para el reino, amenazado por las invasiones danesas, que sólo mediante el pago de un rescate aceptaron la paz, estableciéndose los invasores en Mercia, al norte de Wessex.
Renovadas las hostilidades en 876, Alfredo el Grande consiguió, después de dos años de guerra, llegar a una paz más conveniente. Alfredo había reorganizado sus tropas formando unidades de caballería en los diferentes condados (fyrd), y logró derrotar a los daneses de Guthrun. De esta manera, Guthrun se vio obligado a aceptar el tratado de Wedmore (878), por el cual los daneses habían de evacuar Wessex e instalarse en los antiguos territorios de Essex, East-Anglia, Lindsey y Mercia, formando lo que sería conocido como el Danelaw.
Con este acuerdo, Alfredo cedía aquellos territorios que no podía defender y, de forma paralela, protegía su reino de los escandinavos, estableciendo una serie de pueblos fronterizos fortificados (burhs), además de una marina propia. Desde entonces se dedicó, desplegando cualidades excepcionales, a la reorganización del reino. Obligó a los nobles (thegn) a una mayor sumisión al poder soberano, reformó el ejército y lo dotó de mejores medios; de modo que, cuando los daneses se lanzaron de nuevo sobre Inglaterra, Alfredo los contuvo duramente (896).
Notable importancia tiene también la obra legislativa de Alfredo el Grande, que reunió en un código las leyes antiguas y estableció otras nuevas, en contradicción muchas veces con las consuetudinarias. Considerado el iniciador de la literatura anglosajona en prosa, mandó reordenar la Crónica anglosajona, continuándola él mismo con la narración de la historia de su reinado. Con la ayuda de monjes extranjeros consumió enormes energías en la restauración de la cultura entonces barbarizada.
No menos importante es la iniciación y el desarrollo que dio a las traducciones al anglosajón de las obras latinas, difundiendo algunos de los máximos monumentos de la cultura cristiana y pagana del Medioevo, como Los consuelos de la filosofía (c. 898), versión de De la consolación de la filosofía de Boecio; la Regia pastoral de San Gregorio Magno; la Historia eclesiástica de los anglos de San Beda el Venerable; los Soliloquios de San Agustín; y la Historia Universal del rey Alfredo (c. 890), traducción de la Historia contra los paganos de Paulo Orosio. Se trata en realidad de versiones libres, con algunos añadidos e interpretaciones personales.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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