Gil Álvarez Carrillo de Albornoz
(Egidio Álvarez de Albornoz y Luna; Cuenca, actual España, 1310 - Viterbo, actual Italia, 1367) Eclesiástico castellano. Alcanzó la dignidad de arzobispo de Toledo y colaboró estrechamente con el rey Alfonso XI. Las buenas relaciones que tuvo con este monarca no se repitieron con su sucesor, Pedro I de Castilla, por lo que Gil Álvarez de Albornoz, que estaba enemistado con el nuevo rey, se vio forzado a abandonar la península Ibérica y a marchar a la corte papal de Aviñón.
Gil Álvarez de Albornoz
Allí fue nombrado en 1350 cardenal por el papa Clemente VI, quien lo puso al frente de la recuperación de los territorios pontificios de Italia. Gil de Albornoz logró recobrar Roma y consolidar la posición de Clemente VI y sus sucesores (Inocencio VI y Urbano V), gracias a lo cual Urbano V pudo regresar a la ciudad en 1367. Entre otras iniciativas de su etapa italiana debe recordarse su labor cultural, cristalizada en la fundación del Colegio de San Clemente de los Españoles.
La amplia obra político-religiosa de Gil Álvarez de Albornoz, llevada a cabo dentro de del contexto y limitaciones de la época, le presentan como una personalidad excepcional y uno de los mejores estadistas de su tiempo. Su legado se despliega en su doble faceta de clérigo y militar, que se corresponde con las dos etapas de su vida: la corte de Alfonso XI de Castilla y la restauración de los territorios pontificios.
La política de Alfonso XI de Castilla fue claramente influida por su figura. Gil Álvarez de Albornoz demostró excelentes dotes diplomáticas tanto en Castilla como en Italia, y también una gran pericia militar, como lo demuestra su intervención en las contiendas del Salado (1340), Algeciras (1344), Gibraltar (1350) y en las posteriores campañas de Italia.
Como arzobispo de Toledo desarrolló una intensa actividad sinodal. Tuvo que enfrentarse con el delicado problema del celibato del clero, uniendo la comprensión con una actitud enérgica. Así, se vio obligado a encarcelar al Arcipreste de Hita por no haber cumplido con el debido respeto y seriedad un decreto pontificio en su arciprestazgo.
Es también de destacar, por último, su obra legisladora: colaboró intensamente en la confección del Ordenamiento de Alcalá, que luego quedaría reflejado para los territorios pontificios en las llamadas Constituciones Egidianas (1357, con adiciones en 1363 y 1364), vigentes hasta 1816. En la legislación eclesiástica su autoridad debió ser notable; Bartolo de Sassoferrato y otros importantes canonistas citan comentarios suyos, aunque se desconoce la obra concreta.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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