Mariano Lagasca
(Manuel Mariano La Gasca o Lagasca y Segura; Encinacorba, 1776 - Barcelona, 1839) Científico español considerado una de las figuras más sobresalientes de la botánica española. Tras cursar estudios eclesiásticos y de medicina se decantó finalmente por la botánica, campo al que aportó multitud de observaciones y descubrimientos, como el del liquen islándico (también denominado musgo de Islandia) en el noroeste de la península Ibérica. La represión absolutista de Fernando VII forzó en 1823 su exilio a Gran Bretaña, de donde regresó en 1834. Algunos de sus trabajos, referidos a la flora londinense, se publicaron en inglés.
Mariano Lagasca
Nacido en Encinacorva (Zaragoza), Mariano Lagasca comenzó estudios de filosofía, latín y teología y continuó con los de medicina en Zaragoza, Valencia y Madrid, pero su interés terminó por encaminarse hacia la botánica. En Valencia conoció personalmente al destacado geógrafo y naturalista alemán Alexander von Humboldt, que pronto elogiaría los conocimientos botánicos del joven estudiante.
En 1801 se trasladó a Madrid y trabajó como ayudante en el Real Jardín Botánico, dirigido en esa época por Antonio José Cavanilles. Redactó y publicó descripciones de los fondos y colecciones del Jardín Botánico y planteó la preparación de magnas obras como el estudio de la totalidad de las variedades de trigo españolas y el inventario general de la flora peninsular, proyectos siempre presentes en su ánimo pero que desgraciadamente nunca vería concluidos.
En 1803 fue encargado de realizar un viaje por distintas regiones para herborizar especies vegetales. En las montañas de Asturias encontró en abundancia ejemplares de liquen islándico (Cetraria islandica), descubrimiento que hizo innecesarias las importaciones del extranjero de esta planta, muy utilizada entonces como remedio en el tratamiento de la tuberculosis. Nombrado profesor de Botánica Médica en 1807, aplicó en sus lecciones, por primera vez en la enseñanza española, el método de las familias naturales. La carencia de medios económicos y la falta de ayuda oficial le impidieron publicar los libros que tenía preparados para facilitar la tarea a los discípulos y divulgar sus propios trabajos.
Tras la invasión napoleónica de 1808 y por indicación de Humboldt, José Bonaparte ofreció a Mariano Lagasca la dirección del Jardín Botánico, cargo que éste rechazó huyendo a Salamanca para alistarse en el ejército español que luchaba contra los franceses. Ejerció como médico en distintos hospitales militares, combatió en Murcia la epidemia de fiebre amarilla y publicó sus experiencias en varios opúsculos. Diferentes academias de medicina españolas y extranjeras reconocieron los méritos de sus trabajos epidemiológicos.
Al acabar la Guerra de la Independencia Española regresó a Madrid, padeciendo viles calumnias que le acusaban de afrancesado e irreligioso. Reuniendo certificados de sus servicios logró rehabilitarse ante el gobierno y obtuvo el nombramiento de director del Real Jardín Botánico. Restauró el establecimiento y, sin olvidar las tareas de profesor y director, siguió trabajando en sus estudios sobre el trigo y la flora española.
El Trienio Liberal (1820-1823) le brindó la posibilidad de participar en la vida política y de aplicar sus ideas al progreso del país. Elegido diputado por Aragón, impulsó o formó parte de iniciativas para la mejora de la educación, la agricultura y la sanidad. Con la invasión de España por los Cien Mil Hijos de San Luis, Mariano Lagasca perdería para siempre, en los trágicos sucesos sevillanos de 1823, lo más selecto de su herbario, su biblioteca y todos sus manuscritos. A través de Cádiz y Gibraltar, logró huir a Inglaterra con los liberales que salvaron la vida en la cruel represión absolutista.
En Inglaterra, botánicos ingleses como Robert Brown le hicieron menos penoso el destierro y le abrieron las puertas del jardín botánico de Chelsea, donde continuó su labor científica y siguió publicando sus trabajos, ahora en inglés, en revistas como el Gardener's Magazine. Colaboró asimismo en distintos periódicos de la emigración y participó en la creación del Ateneo Español de Londres, destinado principalmente a la enseñanza gratuita de los hijos de exiliados. Por motivos de salud se trasladó en 1831 a la isla de Jersey.
En 1834, fallecido Fernando VII y decretada la amnistía, regresó a Madrid, recibiendo honores de sabio a su paso por Francia. Las intrigas no lograron impedir su confirmación como director del Jardín Botánico, pero, enfermo y con escasos recursos económicos, marchó a Barcelona en 1838, buscando un clima más favorable; un año después falleció en la Ciudad Condal. El valor científico de su obra, que abarcó diversos ámbitos de la botánica, fue reconocido fuera y dentro de España; sus observaciones sobre las plantas cultivadas y sus estudios sobre selección de especies para mejorar los cultivos fueron divulgados por el holandés Hugo de Vries.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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