Inocencio II
(Gregorio dei Papareschi; Roma, 1130 - 1143) Papa (1130-1143). Comenzó a llamarse Gregorio del Santo Ángel en 1116 cuando Pascual II le nombró cardenal de este título. En 1118 acompañó a Gelasio II en su huida a Francia y fue el activo auxiliar de sus sucesor, Calixto II. Trabajó con el cardenal Lamberto de Ostia, y con el papa Honorio II en la negociación del Concordato de Worms en 1112.
A la muerte de Honorio II resucitaron con violencia las rivalidades entre las familias de los Frangipani y los Pierleoni, que se disputaban la elección de los Sumos Pontífices. Honorio II enfermó de gravedad en 1130, y se convino en nombrar una comisión de ocho cardenales que se encargara de la elección del nuevo papa cuando muriese Honorio. La compusieron dos cardenales obispos, tres cardenales presbíteros y tres cardenales diáconos. Entre los presbíteros figuraba Pierleoni y entre los diáconos, Aymeric.
Inocencio II y Roger de Sicilia
Temiendo Aymeric las consecuencias del cisma provocado en la comisión por los dos cardenales de los Pierleoni, precipitó la elección del nuevo papa con el sólo concurso de los presentes en el convento de San Gregorio, donde había fallecido Honorio II. Se procedió a la inhumación del cadáver por vía de simulacro y a la elección del nuevo papa. El cardenal Pedro de Pisa no se avino a ello, y los demás votaron por unanimidad al cardenal del Santo Ángel, quien aceptó tomando el nombre de Inocencio II.
El cardenal san Calixto montó en cólera y se atrajo a los cardenales disgustados por el procedimiento del canciller, y reunidos en la iglesia de san Marcos, procedieron a nueva elección sin declarar nula la anterior. Fue elegido Pedro de León por unanimidad, que fue aclamado papa bajo el nombre de Anacleto II. Se apoderó de las iglesias de Letrán y San Pedro por las armas, y trató de asaltar el claustro del Palladium, sin conseguirlo.
Inocencio II aprovechó para hacerse consagrar por el cardenal obispo de Ostia en la iglesia Santa María la Nueva, titular del canciller Aymeric. El mismo día, Pedro de Porto consagraba a Anacleto II junto a la Confesión del Príncipe de los Apóstoles, introduciéndole en la iglesia de san Letrán. Anacleto II e Inocencio II trataron de atraer hacia sí los votos de la cristiandad. Inocencio II tuvo que huir al fin de Roma, huyendo a Francia, solicitando su legitimidad al rey, Luis el Craso. El rey convocó un Concilio en Etampes, que se decidió en favor de Inocencio II. Esta decisión separó al antipapa Anacleto primero de la iglesia de Francia, luego de Alemania, Inglaterra, Castilla y Aragón. El cisma terminó con la reconciliación de Victor IV, sucesor de Anacleto II, con el papa Inocencio II.
En 1139 reunió Inocencio II el Concilio II de Letrán, que excomulgó a Roger de Sicilia. Inocencio II cayó prisionero de éste y hubo de suscribir las condiciones que le dictó, que fueron el reconocimiento de su título de rey, la ratificación de nuevas conquistas en Capua y Apulia y el levantamiento de la excomunión que pesaba sobre él. En compensación, Roger prestó juramento de vasallaje al papa y le prometió el pago de un censo anual. Estas fueron las cláusulas del tratado de Miniano el 25 de julio de 1139.
En el gobierno de Inocencio II aparecen como jalones de las distintas etapas de su gobierno los Concilios que celebró y las prescripciones eclesiásticas que en ellos promulgó: el de Clermont-Ferrand, en 1130, el de Reims, en 1131, el de Piacenza, en 1132, el de Pisa, en 1135, y el de Letrán, en 1139. A su muerte le sucedió Celestino II.
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Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «».
En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en
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