Robert Fulton

(Little Britain, 1765 - Nueva York, 1815) Ingeniero estadounidense. En 1807, con su buque Clermont, propulsado por vapor, efectuó una travesía de 400 kilómetros por el río Hudson, de Nueva York a Albany. Sin ser el inventor de la navegación a vapor, Fulton le dio el impulso definitivo al lograr hacerla funcional y económicamente viable. Previamente, en 1800, había diseñado el primer submarino de hélice, el Nautilus.


Robert Fulton

Interesado desde muy temprana edad por la pintura y por la mecánica, se estableció en Gran Bretaña a los 22 años y pronto sus diseños mecánicos lo hicieron popular. En 1797 propuso al gobierno francés la construcción de un submarino apto para colocar cargas explosivas, que él llamó torpedos, en los cascos de los buques enemigos. Al año siguiente empezó a construir el Nautilus, sumergible monoplaza con casco de cobre. El tripulante iba sentado y estaba protegido por una cúpula transparente que permitía la visión del exterior. La navegación en superficie se efectuaba por medio de una vela, que era arriada al sumergirse. Bajo el agua, la propulsión se efectuaba por medio de una hélice accionada con pedales.

A pesar del interés que sus actividades despertaron en algunos sectores, su invento fue rechazado tanto en Francia como en Gran Bretaña. De vuelta a Estados Unidos se interesó por la navegación a vapor. La idea de una embarcación propulsada por medio de una rueda de paletas, accionada por fuerza muscular, era muy antigua; a finales del siglo XVIII surgió la idea de utilizar una reciente invención, la máquina de vapor, como medio de propulsión. Entre los pioneros se encontraban el francés Jouffroy d'Abbans y el norteamericano John Fitch. El primer barco de vapor que se utilizó con fines prácticos fue el vapor de ruedas Charlotte Dundas, construido por el inglés Symington en 1802. La rueda de paletas estaba situada en la popa de la embarcación.

Sin embargo, hasta la construcción del Clermont de la compañía de Robert Fulton (1807), no se creyó seriamente en la viabilidad de la navegación a vapor. Fulton había observado ya en Europa los primeros experimentos con barcos a vapor. El Clermont medía cerca de 40 metros de largo y llevaba las palas en la parte central del casco. A una velocidad de 7,5 kilómetros por hora, logró reducir a 32 horas una travesía para la que los barcos de vela necesitaban cuatro días.


El Clermont

Su sistema de funcionamiento, basado en la rueda de paletas para aprovechar la fuerza del vapor, fue todo un éxito en Estados Unidos, donde en 1810 ya había cincuenta vapores en servicio en los ríos y a lo largo de las costas. La invención de Fulton se convirtió en emblema de modernidad, aunque ciertamente no fue un hito de trascendencia comparable a la del ferrocarril, cuyo desarrollo tendría un profundo impacto en la Revolución Industrial. En 1815 el ministro de Marina le encargó la construcción de una nave de combate, pero Fulton falleció antes de ver realizado el proyecto.

En 1819, el motovelero Savannah, un buque mixto a vela y vapor, realizó la travesía del Atlántico. Con el auxilio de la rueda de paletas, pudo completar el viaje en sólo 27 días, superando los 35 o 40 días que invertían los veleros en aquellos tiempos. Posteriormente se construyeron barcos de vapor más grandes y más veloces. Transcurrieron todavía muchos años hasta que aparecieron los grandes buques propulsados por hélices. Con ellos pasó a la historia la época de los vapores con ruedas de paletas que navegaban por los ríos y, después, por los océanos.

En algunos lugares, sin embargo, estos vapores con sus gigantescas ruedas lograron sobrevivir hasta el siglo XX. Esto sucedió en particular en la extensa cuenca del Misisipi, en el Sur de Estados Unidos. Para navegar en ríos poco profundos, el barco de vapor de ruedas era, en efecto, más adecuado que los barcos de hélice, debido a su pequeño calado.

Cómo citar este artículo:
Tamaro, Elena y Fernández, Tomás. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].