Alberto Closas

(Barcelona, 1921 - Madrid, 1994) Actor español. Atraído desde muy joven por el mundo de la escena, tras iniciarse la Guerra Civil Española marchó a Sudamérica, en donde, después de breves estancias en varios países, acabó fijando su residencia en Buenos Aires, ciudad en la que emprendió su trabajo como actor en el seno de la compañía de Margarita Xirgu, después de estudiar arte dramático. Los pequeños papeles fueron dando paso a otros más largos que consolidaron su trayectoria hasta llegar a primer actor. Este bagaje le animó a formar su propia compañía, con la que recorrió diversos países del continente.


Alberto Closas

Los directores de cine argentino de los años cuarenta se fijaron muy pronto en él y le fueron confiando papeles de diversa envergadura. Closas se adaptó rápidamente al nuevo medio y confirmó su buen hacer en una serie de melodramas dirigidos, entre otros, por Mario Soficci (La pródiga, 1945; La gata, 1947; Tierra de fuego, 1948). En La pródiga debutó como protagonista junto a Eva Duarte, y el hecho de que ésta se convirtiera, meses más tarde, en Evita Perón, determinó el secuestro de la película, que nunca fue estrenada, y un fulgurante futuro inmediato para el actor que, en compensación, contó con el apoyo del gobierno peronista y protagonizó varios filmes de éxito.

En 1949 los escritores cinematográficos argentinos reconocieron su trabajo concediéndole el premio al mejor actor por su papel en Danza de fuego (1949), de Daniel Tinayre. Durante unos años continuó trabajando a las órdenes de Carlos Schliepper (La honra de los hombres, 1944; Mi mujer está loca, 1952) o Tulio Demicheli, con quien rodó Vivir un instante (1951) y Charlestón (1959), que coprotagonizó junto a la gran Silvia Pinal.

En 1954, ya famoso, el régimen de Franco autorizó su regreso a España. Closas ingresó en el cine español por la puerta grande, con Muerte de un ciclista (1955), de Juan Antonio Bardem, una película comprometida y polémica por su tema (el adulterio), en donde el actor interpretó a un profesor universitario sumido en un mar de dudas sociales y morales. Si bien este papel marcó un instante prometedor en su trayectoria artística, el cine español sólo le pudo ofrecer personajes que se desenvolvieron en la línea de la comedia popular, género que dominó su producción a partir de esa fecha.


Muerte de un ciclista (1955)

Trabajó con Luis César Amadori (Una muchachita de Valladolid, 1958; Una gran señora, 1959) al lado de Amalía Gadé y Zully Moreno, respectivamente; también con José Antonio Nieves Conde (Todos somos necesarios, 1956, que le valió el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián; El diablo también llora, 1963); y con Julio Coll (Distrito quinto, 1957, premio del Círculo de Escritores Cinematográficos; El traje de oro, 1959; Las viudas, 1966); trabajos que son un ejemplo de que tanto la reinserción social, el thriller o el mundo de los toros pueden servir de marco para una buena interpretación, confirmando la versatilidad del actor.

No obstante, los sesenta estarían marcados por La gran familia (1962), de Fernando Palacios, una película que pretendió ser espejo de una realidad social a través del retrato de una familia numerosa, con Alberto Closas en el papel del padre. El filme marcó un hito en la época, y la participación de Amparo Soler Leal (la madre), José Isbert (el abuelo) y José Luis López Vázquez (el tío) confirmó la voluntad de entretenimiento para toda la familia. El éxito llevó a la realización de una nueva entrega del mismo director, Fernando Palacios, y guionista, Pedro Masó, con el título La familia y uno más (1965).

Mario Camus contó con él para dos trabajos de transición como Muere una mujer (1964) y La visita que no tocó el timbre (1965), y Pedro Masó lo llamó para Experiencia prematrimonial (1972), la tercera entrega familiar La familia bien, gracias (1979) y El divorcio que viene (1980), historias que sirven de ejemplo de los vientos que corrían en el cine español de finales del franquismo y principios de la transición a la democracia.

Mientras su vida se movía entre Madrid y Buenos Aires, apenas un par de películas dieron fe del nivel interpretativo y la calidad artística de Alberto Closas, aunque fuese en papeles menores: formó parte del potente elenco (Fernando Fernán Gómez, José Luis López Vázquez, Ángela Molina, Concha Velasco, Amparo Rivelles) de Esquilache (1988), de Josefina Molina, y aportó su solidez y experiencia en el filme de Pedro Olea El maestro de esgrima (1992), discreta adaptación de una novela de Arturo Pérez-Reverte. El teatro ocupó buena parte de su tiempo profesional y empresarial (en Buenos Aires gestionó el teatro Avenida) y le mantuvo en activo hasta los últimos días de su vida; también participó en diversas series de televisión.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].