Flavio Briatore
(Verzuelo, 1950) Magnate italiano, más conocido en su calidad de mánager general de la escudería Renault de Fórmula 1, competición en la que está considerado uno de los técnicos de mayor prestigio del circuito mundial.
Flavio Briatore nació el 12 de abril de 1950 en Verzuelo, en el norte de Italia, hijo de un modesto abogado de nombre altisonante, Adelio Ponce de Leon. Sin apenas estudios (posee sólo un diploma en geometría, obtenido con la puntuación mínima en el Istituto Fassino di Busca), a los diecisiete años satisfacía su pasión por el esquí y por el fútbol como monitor de los turistas en los Alpes y como técnico ayudante de la cantera del Milan AC, respectivamente, así, como, poco después, como gerente de un restaurante, que fracasó, y de otras aventuras en variopintos sectores.
Flavio Briatore
La vida de Briatore cambió por completo cuando empezó a trabajar con éxito en la bolsa para los integrantes del llamado Grupo de Milán. Una estafa le llevó al arresto y a una condena de un año y seis meses de cárcel en Bérgamo y a otra de tres años en Milán, que no cumplió porque logró fugarse a Saint Thomas, en las Islas Vírgenes Norteamericanas. Después, una amnistía le permitió regresar sin problemas a Italia.
Pero, sobre todo, dio un giro en 1974 cuando Romano Luzi, entrenador particular de tenis de Silvio Berlusconi, le presentó a Luciano Benetton. El fundador de la compañía de ropa Benetton no tardó en encargarle el desarrollo de la marca United Colors of Benetton, primero en Asia, y a partir de 1977 por toda América del Norte, donde fijó su residencia. Briatore se había ganado la total confianza del empresario de la moda italiano por su visión para el marketing. Luciano Benetton quedó definitivamente prendado de aquel joven playboy, cuando, en 1988, éste le comunicó oficialmente que había abierto 800 tiendas en Estados Unidos y Canadá.
Hombre de negocios reconocido y miembro destacado de la jet-set internacional, a finales de aquel año de 1988 Flavio Briatore descubrió la Fórmula 1 en Adelaida, como invitado de Luciano, quien tres años antes había comprado el equipo Toleman, al que rebautizó con el nombre de Benetton. En 1989, comprobada la pasión que aquel espectáculo despertó en Briatore, Luciano lo nombró jefe comercial de la escudería y Flavio se trasladó a Inglaterra.
En principio debía ser un cargo temporal, porque Briatore no tenía ni idea de cómo funcionaba la Fórmula 1. Pero cuando en 1991 fichó a golpe de talonario al ingeniero Tom Walkinshaw y al campeón alemán Michael Schumacher, justo después de que éste ganara su primer gran premio con un modesto Jordan, Luciano Benetton delegó toda la responsabilidad de su escudería en el hasta entonces director comercial.
Pasión por la Fórmula 1
Tras unos años de rodaje, y después de llevarse un susto mayúsculo cuando el 10 de febrero de 1993 estalló una bomba en su mansión londinense (lo que para algunos lo relacionaba con la Cosa Nostra), en 1994 Schumacher ganó su primer título de pilotos, que suponía también el primer gran éxito de la escudería Benetton-Ford, cuya presencia en el Mundial estaba considerada por muchos como meramente testimonial o como un medio de publicidad indirecta.
Aun así, en 1995 Briatore fue fichado con un cheque en blanco por Renault-Williams. Aquel año Briatore consiguió el doblete, con el triunfo de pilotos (a cargo de Damon Hill) y el de constructores, y en 1996 revalidó el título de pilotos con Jacques Villeneuve. Convertido ya en un experto, impuso a partir de entonces sus métodos y, además, compró Ligier y Minardi para después revenderlos. Cuando, terminada la temporada 1997, Renault decidió abandonar la Fórmula 1, el ya multimillonario italiano propuso a la firma francesa crear la Supertec Sport, encargada de vender sus “viejos” motores: Benetton, Williams, Bristish American y Arrows optaron por aquellos V10.
En 2000, estimulado por la decisión de Renault de regresar al Mundial con la compra de Benetton, Briatore fue nombrado director general de Renault F1 Team, hasta que en 2002 ocupó la dirección general de la escudería francesa. En el Gran Premio de Hungría de 2003 cosechó ya el éxito con la primera victoria de Fernando Alonso en un gran premio. La apuesta por el joven piloto español daría sus frutos. El camino estaba trazado. En aquel momento, además de director general de Renault, Briatore era el representante de Alonso, Jarno Trulli y Willi Weber. En 2005 rompía la hegemonía de Ferrari y de su primer piloto, el alemán Michael Schumacher: Fernando Alonso se proclamaba campeón del mundial y la escudería francesa sumaba su primer título de constructores.
Flavio Briatore es sinónimo de un estilo de vida fundado en la diversión, pero cimentado en una gran visión para los negocios y las alianzas estratégicas. Conquistador empedernido, ha mantenido relaciones con Naomi Campbell -de la que fue novio oficial durante dos años-, Adriana Volpe y Heidi Klum, quien le dio su único hijo conocido, Leni, una niña nacida en 2004, aunque siguió siendo soltero.
Conocedor de los caprichos de la jet-set, se dedica, además, a montar fiestas exóticas para los multimillonarios en su sala exclusiva de Porto Cervo (Cerdeña), inaugurada el 12 de julio de 2002 con el nombre de Billionaire y cuya propiedad comparte con Daniela Santaché, diputada del partido Alianza Nacional (AN), “socio” en el Gobierno de Silvio Berlusconi. “La gente que sube a la colina del Billionaire (escribía La Repubblica) quiere observar y ser observada. Forma parte de la tribu del dios Dinero y necesita exhibir cuánto ha ganado”.
Entre otras singulares propiedades, posee un impresionante yate, el Force Blue, y una villa con una maravillosa vista sobre el golfo de Pevero, restaurada por una famoso arquitecto francés. Seguramente en breve convertirá el sitio en otro exclusivo local frecuentado por las más relumbrantes personalidades ávidas de glamour, cuyos máximos exponentes frecuentan también su discoteca de la Toscana, en Versilla, que recibe el sobrenombre de Twiga. También posee una mansión denominada The Lion in the Sun (“El León Bajo el Sol”), en Malindi (Kenya), con todo tipo de comodidades y en la que organiza sonadas fiestas.
Como buen italiano, se ha adentrado también en el mundo de la moda. Así, el 27 de julio de 2005 lanzó su propia colección de ropa masculina, bautizada con el nombre de su famosa discoteca, Billionaire. Diseñada por Angelo Galazo, ha optado por una línea muy llamativa pero accesible sólo para aquellos que estén dispuestos a pagar unos 800 euros por un pantalón con el botón de oro o 5.000 por una americana con una cadena para llaves incorporada, con incrustaciones de diamantes y rubíes. También es accionista mayoritario de una empresa farmacéutica, Pharmaceutical Contract Manufacturing and Services, especializada en la elaboración de medicamentos.
Ya entrado en años, no pensaba renunciar a su estilo de vida, sobre todo después de arrebatarle el título mundial a Ferrari, que quizás un día le haga una oferta irrechazable: “La gente piensa que llevo una vida desenfrenada, que sólo pienso en las mujeres y que mi existencia transcurre entre la cama y las noches de discoteca... Eso es mentira. Trabajo catorce horas diarias y únicamente me concedo unos pocos días de vacaciones al año”.
El 23 de abril de 2005, Patrick Faure, presidente del equipo Mild Seven Renault F1 Team (nombre completo de la escudería), anunció que estaba encantado en poder anunciar la renovación del contrato de su director general para la temporada 2006. No en vano, pocos días atrás había sido galardonado con la Medalla de Oro de la región de Emilia-Romaña, una distinción que le enorgullece por ser de su país a pesar de que trabaja para una escudería francesa.
Su vida es una copia del “sueño americano”, porque de la nada ha construido un imperio y ha revolucionado, además, la Fórmula 1. Hombre directo, cuando en 2005 su gran rival, McLaren, cuyo principal monoplaza estaba pilotado por el finlandés Miki Raikkonen, no terminó algunas carreras por fallos de motor, declaró: “Para ganar carreras, primero hay que acabarlas. Además, en una competición de la regularidad, es igual sumar puntos al principio del campeonato que al final”, en clara referencia al predominio de los coches pilotados por el nórdico y el colombiano Juan Pablo Montoya.
Cómo citar este artículo:
Tamaro, Elena y Fernández, Tomás. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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